Richard Herbert (MORNING STAR ONLINE), 11 de Noviembre de 2025
Tal vez pienses que sí, que es un problema, incluso uno importante, pero que hay otras cosas que debemos abordar primero: hay que oponerse a la extrema derecha, hay un genocidio en Gaza y una guerra en Ucrania, y tenemos que afrontar el discurso en torno a la amenaza de China y el bloqueo cubano.
O tal vez, como algunos, sientas que el cambio climático y la degradación ambiental son de alguna manera un tema extrapolítico, demasiado importante, existencial incluso para soluciones políticas, por lo que deberíamos dejar de lado nuestras diferencias políticas en aras del planeta.
O tal vez simplemente te invade la desesperación porque no hay nada que podamos hacer: el objetivo de la ONU de limitar el calentamiento global postindustrial a 1,5 °C ha fracasado y el panorama político es cada vez más derechista y escéptico respecto al clima, así que solo nos queda, metafóricamente hablando, taparnos los oídos y esperar escapar de lo peor.
Pero si eres comunista o socialista, lo que impulsa tu agenda política es la comprensión de que lo que más ha moldeado el mundo postindustrial, y sigue haciéndolo, es la asfixiante manta del capitalismo y su implacable afán de lucro, y quieres hacer algo al respecto.
Pero el capitalismo no distingue entre si una oportunidad para ganar dinero es ética o no, ni prioriza una fuente de beneficios sobre otra; tiene influencia en todas partes, y nosotros también deberíamos tenerla.
La cuestión es que la lucha contra el capital lo abarca todo, y comprender el medio ambiente y hacer campaña al respecto es una parte importante de esa lucha.
Si se busca autoridad para esa afirmación, no hay que buscar más allá de Karl Marx y Friedrich Engels, quienes, comenzando con El Capital y Dialéctica de la Naturaleza, reconocieron el efecto de la industrialización —y por tanto del afán de lucro— sobre la naturaleza y los recursos naturales.
Pero donde Marx y Engels abrieron camino, otros les siguieron, y podemos rastrear una línea ininterrumpida del pensamiento ecológico marxista a través de los ecologistas socialistas de finales del siglo XIX (Lankester y Tansley), algunos de los grandes marxistas del siglo XX (Luxemburg, Lukács y Mézaros) y el trabajo de algunos científicos soviéticos sobre biogeocenosis y climatología, así como las primeras reflexiones sobre el cambio climático, hasta el surgimiento del movimiento ecologista moderno y, en el siglo XXI, un resurgimiento de la ecología marxista en la obra de Paul Burkett, la segunda contradicción del capitalismo de James O’Connor (el agotamiento de los recursos y la sobreproducción conducen al aumento de los costes de producción y a la reducción de los beneficios) y, por supuesto, la obra de John Bellamy Foster.
La lucha por el medio ambiente y el clima no es diferente de cualquier otra campaña del Partido Comunista; de hecho, es una parte vital de la lucha integral contra el capitalismo.
Los comunistas deben asumir la lucha ambiental con toda la combatividad, el intelecto y el ingenio que aportamos a nuestro trabajo en otros ámbitos; el tiempo apremia y el capital es incapaz de una acción climática eficaz debido a la contradicción entre la necesidad de mitigación y adaptación y el afán de lucro, que es la causa misma de la crisis climática y ambiental.
Nos acercamos al inicio de la COP30, el 10 de noviembre en Brasil, donde las naciones participantes deberán actualizar sus planes de acción para cumplir con el Acuerdo de París, vigente desde hace 10 años, cuyo objetivo es limitar el calentamiento global postindustrial a no más de 1,5 °C.
Sabemos que esos 10 años se han desperdiciado porque las naciones participantes no han hecho ni de lejos lo suficiente para alcanzar el objetivo y no han aportado ni de lejos el billón de libras esterlinas necesario para mitigar los efectos del cambio climático en el Sur global.
Mientras los gobiernos del mundo no toman medidas significativas —e incluso revierten muchas de las promesas climáticas hechas anteriormente— los efectos del cambio climático siguen aumentando: vemos incendios forestales en muchos lugares diferentes, inundaciones, desertificación, hambruna, interrupciones en la producción de alimentos y migraciones forzadas.
Mientras tanto, el mundo se acerca cada vez más a puntos de inflexión: la muerte de los arrecifes de coral, la degradación y destrucción de las selvas tropicales, el derretimiento de las principales capas de hielo del mundo, el deshielo del permafrost que contiene enormes cantidades de carbono y el colapso de las corrientes oceánicas, que tienen el potencial de causar cambios irreversibles en la Tierra.
Los efectos no se limitan a la escala mundial. En nuestro propio país estamos viendo un aumento de las precipitaciones que perturba la producción agrícola, cada vez más incendios en los páramos, inundaciones frecuentes en las ciudades y emisiones de carbono en las zonas urbanizadas.
Si bien el gobierno laborista reduce el uso de combustibles fósiles en la generación de energía, continúa otorgando licencias para la producción de petróleo y gas en el Mar del Norte y pagando millones de libras a la central eléctrica de Drax para que queme pellets de madera contaminantes y perjudiciales para el medio ambiente.
Si no es ahora, ¿cuándo?
El partido se ha unido a los camaradas de los Partidos Comunistas de Francia, España y Portugal y al Partido de los Trabajadores de Bélgica para emitir una declaración conjunta sobre la COP30. Es un avance estimulante trabajar con camaradas de otros países, pero depende de todos nosotros mantener la lucha contra la destrucción capitalista del planeta como prioridad en nuestra agenda política.
Richard Hebbert es el coordinador de la comisión de medio ambiente del Partido Comunista de Gran Bretaña y miembro del comité ejecutivo.
Gaceta Crítica 
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