Gaceta Crítica

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Ucrania: La evidencia borrada

Manlio Dinucci (Il Manifestó), 28 de Diciembre de 2025

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1xEl Batallón Azov de Ucrania, cuya identidad nazi está encarnada en su emblema, una copia del de la división SS Das Reich.

Desde 1991, año en que Ucrania se convirtió en una república independiente tras la disolución de la URSS, la OTAN ha estado construyendo una red de vínculos dentro de las fuerzas armadas ucranianas. Simultáneamente, a través de la CIA y otros servicios de inteligencia, se recluta, financia, entrena y arma a militantes neonazis. La documentación fotográfica muestra a jóvenes militantes neonazis ucranianos de la ONU-UNSO entrenando en Estonia en 2006 con instructores de la OTAN, quienes les enseñan técnicas de combate urbano y el uso de explosivos para sabotajes y atentados. Esta estructura paramilitar neonazi entró en acción el 20 de febrero de 2014 en la plaza Maidán de Kiev, durante una manifestación política donde se enfrentaron partidarios y detractores de la adhesión de Ucrania a la UE. Mientras grupos armados y organizados asaltaban edificios gubernamentales, hombres armados «desconocidos» (que luego resultaron ser francotiradores reclutados en Georgia) dispararon con los mismos rifles de francotirador contra manifestantes y policías, causando decenas de muertes. El mismo día del golpe de Estado en la Plaza Maidán, el Secretario General de la OTAN se dirigió a las fuerzas armadas ucranianas con tono autoritario, advirtiéndoles que se mantuvieran neutrales bajo pena de graves consecuencias negativas para nuestras relaciones. Abandonado por la cúpula de las fuerzas armadas y gran parte del aparato gubernamental, el presidente Yanukóvich se vio obligado a huir.

El golpe de Estado en la Plaza Maidán fue seguido de un ataque inmediato contra los rusos en Ucrania y los ucranianos aliados con Rusia. Fue una ola de terror, organizada con una estrategia precisa: las sedes del Partido Comunista de Ucrania y otros movimientos políticos fueron devastadas, sus líderes fueron linchados, periodistas fueron torturados y asesinados; activistas fueron quemados vivos en la Casa de Trabajo de Odessa; residentes desarmados del este de Ucrania de origen ruso fueron masacrados en Mariupol, y se bombardeó con fósforo blanco Sloviansk, Luhansk y Donetsk. Ante la ofensiva contra los rusos en Ucrania, el Consejo Supremo de la República de Crimea —territorio ruso transferido a Ucrania durante la era soviética en 1954— votó a favor de su secesión de Kiev y su reanexión a la Federación Rusa. La decisión fue confirmada con el 97% de los votos en un referéndum popular. El 18 de marzo de 2014, el presidente Putin firmó el tratado que otorgaba a Crimea el estatus de república autónoma dentro de la Federación Rusa.

Mientras en el Donbás, las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk, habitadas por población rusa, resisten los ataques de Kiev que han causado 14.000 muertes, la hoja de ruta para la cooperación técnico-militar entre la OTAN y Ucrania, firmada en 2015, integra plenamente las fuerzas armadas y la industria bélica en las de la Alianza bajo el liderazgo de Estados Unidos. Los grupos neonazis se integran en la Guardia Nacional, entrenada por cientos de instructores estadounidenses de la 173.ª Brigada Aerotransportada, transferida de Vicenza a Ucrania, junto con otros de la OTAN.

La Ucrania de Kiev se convirtió en un caldo de cultivo para el resurgimiento del nazismo en el corazón de Europa. Neonazis de toda Europa (incluida Italia) y de Estados Unidos llegaron a Kiev, reclutados principalmente por Pravy Sektor y el Batallón Azov, cuya identidad nazi se refleja en su emblema, una copia del de la división SS Das Reich. Tras ser entrenados y probados en acciones militares contra los rusos en Ucrania, en el Donbás, se les permitió regresar a su país con el privilegio de usar pasaportes ucranianos. Al mismo tiempo, la ideología nazi se difundía entre las generaciones más jóvenes de Ucrania. El Batallón Azov desempeñó un papel clave en este proceso, organizando campos de entrenamiento militar y programas de adoctrinamiento ideológico para niños y adolescentes, a quienes se les enseñaba, sobre todo, a odiar a los rusos.

En las elecciones ucranianas de 2019, el actor Volodymyr Zelensky, famoso por su serie de televisión sobre la corrupción política de alto nivel, en la que interpretó a un profesor que inesperadamente es elegido presidente, se convirtió en presidente de Ucrania. Durante su campaña, Zelensky prometió poner fin a la guerra en el Donbás y sanear el sistema de gobierno dominado por los oligarcas, acusando al acaudalado Poroshenko, entonces presidente, de ocultar sus activos en paraísos fiscales extranjeros. Sin embargo, una vez elegido presidente, Zelensky hizo todo lo posible por impulsar la guerra de facto liderada por la OTAN contra Rusia. En cuanto a su segundo compromiso, eliminar la corrupción, en particular la exportación de capital a paraísos fiscales, los hechos hablan por sí solos en una investigación documentada de The Guardian: Zelensky es copropietario de tres empresas con sede y capital en Belice, las Islas Vírgenes Británicas (Centroamérica) y Chipre. A través de estas empresas, recibe más de 40 millones de dólares de oscuros financieros. Un documental de investigación de Scott Ritter, un infante de marina de carrera de Estados Unidos especializado en inteligencia que dirigió a los inspectores de la ONU en Irak entre 1991 y 1998, muestra las lujosas villas que Zelensky posee en Miami (esta sola vale 34 millones de dólares), Israel, Forte dei Marmi en Italia, Londres, Georgia, Grecia y otros países.

Este es un breve resumen de una reseña de prensa internacional del viernes 5 de diciembre de 2025, emitida por el canal de televisión italiano Byoblu. Traducción de Roger Lagassé.

Manlio Dinucci, geógrafo y periodista, publica una columna semanal titulada «El arte de la guerra» en el diario italiano Il Manifesto.

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