Gaceta Crítica

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TEORÍA ECONÓMICA: ¿UN MARX SIN TENDENCIA DECRECIENTEDE LA TASA DE GANANCIA? DEFENSA DE LA COHERENCIA DE LA «LTDTG» EN ELMARCO DEL PENSAMIENTO MARXISTA

Pablo Fernández Ruiz Universidad Complutense de Madrid, 20 de Diciembre de 2025 (Publicado en REC)

RESUMEN

La ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia (LTDTG) aparecida en el tercer volumen de El Capital ha sido uno de los temas más discutidos y polémicos de la crítica de la economía política marxiana. Dentro de los diversos debates que giran alrededor de esta cuestión, han surgido varios autores críticos de esta ley que afirman que, de todos los escenarios posibles, el más probable se caracteriza por el hecho de que Marx abandonara dicha teoría durante las últimas décadas de su vida. Esta posición eximiría al pensador alemán de los supuestos errores teóricos que, combinados con una visión extremadamente positiva del eventual colapso del sistema capitalista durante la década de los 50 del siglo XIX, le llevaron a introducirla en los borradores a partir de los cuales Engels daría forma al tercer libro de El Capital. En este artículo argumentaremos que la LTDTG es una derivación necesaria del despliegue de las determinaciones de la sociedad capitalista realizado en el primer libro de El Capital. Además, mostraremos como los argumentos que se utilizan para alejar a Marx de esta ley son, en el mejor de los casos, muy débiles y se basan en escenarios poco probables; en el peor, estos son directamente falsos.

INTRODUCCIÓN

Si existe un concepto dentro del corpus teórico construido por Marx que ha suscitado polémica y debate ese ha sido, con permiso del infame «problema» de la transformación, la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia (LTDTG). Esta teoría asume, grosso modo, que el cambio técnico -proceso inmanente y necesario en la dinámica de acumulación capitalista- ejerce, en último término, una presión descendente sobre la tasa general de ganancia1. La LTDTG es especialmente importante debido a las implicaciones de carácter político que se desprenden de su existencia, pues muestra como el contenido contradictorio de los procesos de reproducción capitalista, que se concretiza, entre otros muchos fenómenos, a través de esta ley, revela la incapacidad fáctica de que dicho proceso se repita ad infinitum. Es decir, la sociedad capitalista, en su despliegue, siembra la semilla de su propia negación que desemboca en el surgimiento de un nuevo orden social, y esta negación se da mediante la operación de fenómenos que surgen de su naturaleza contradictoria, tales como la caída tendencial de la tasa de ganancia.

Ante tales conclusiones era de esperar el que la LTDTG haya sido atacada durante varias décadas a través de diversos flancos tales como su falta coherencia interna, lo inapropiado de sus principios, su supuesta incapacidad explicativa de fenómenos empíricos, etc. Como es lógico, los autores provenientes de coordenadas ortodoxas rechazan taxativamente la posibilidad de que el cambio técnico desemboque en una caída de la rentabilidad general. Aportaciones como las de Samuelson (1957) son generalmente aceptadas sin mucha más discusión. El debate ha sido mucho más candente dentro de las diversas escuelas de pensamiento heterodoxas donde, por ejemplo, Robinson (1960) o Sweezy (2007) se mostraron decididamente contrarios a la LTDTG. La publicación del archiconocido teorema de Okishio (1961), más tarde ampliado por Roemer (1979), parecía refutar formalmente la LTDTG demostrando que el cambio técnico, una vez que se generaliza, ha de culminar en un incremento de la tasa general de ganancia, por lo que una gran parte de economistas marxistas aceptaron sin más reparos esta «corrección». No es de extrañar, por ejemplo, que un autor de la talla de Robert Brenner (1998), una institución dentro de la historiografía marxista, asuma la verdad del teorema de Okishio sin concesiones y sin dedicar excesiva tinta al posible debate subyacente. No obstante, aportaciones en defensa de la LTDTG2, tanto empíricas como teóricas, han mantenido viva la discusión hasta hoy.

Dentro del grupo de los autores críticos han surgido varios estudiosos, cuya cabeza más visible es Michael Heinrich, que han defendido que, además de ser la LTDTG incorrecta, el rechazo de esta no se encuentra en contradicción con el pensamiento de Marx, siendo lo más probable que este la desechase durante las últimas décadas de su vida. En este trabajo no nos centraremos en criticar las supuestas refutaciones a la LTDTG, pues, como hemos dicho, esta tarea ya ha sido realizada por diversos autores desde los prismas teórico y empírico. Nuestro objetivo será, en cambio, demostrar que no existen motivos para asumir que Marx abandonó la LTDTG en los últimos años de su vida. Para logar esto, nos basaremos en argumentos de tipo histórico, expuestos basándonos,

1 Contrariamente a la creencia general, la LTDTG no es un fruto original del intelecto de Marx. Antes que él Adam Smith (1956) y David Ricardo (1959), entre otros, teorizaron sobre este fenómeno.

2 Véase, por ejemplo, Kliman (2007), Roberts (2011) o Shaikh (2022).

principalmente, en la relación epistolar entre Marx y sus colaboradores, y de tipo teórico, que demuestran que la tendencia decreciente de la tasa de ganancia es un resultado inevitable del despliegue dialéctico-sistemático efectuado por Marx al comienzo del libro I de El Capital, -el único que publicó en vida y que pudo revisar en numerosas ocasiones-, por lo que no existe ninguna contradicción entre ambos libros. Por lo tanto, podremos llegar a la conclusión de que los intentos de disociar a Marx de la LTDTG son fruto de una aversión a esta última, que lleva a este grupo de autores a plantear una serie de subterfugios poco creíbles.

Este trabajo se divide en cuatro secciones: 1) una breve explicación de la LTDTG; 2) la exposición de los argumentos de los críticos; 3) nuestra respuesta de carácter teórico-histórico; 4) las conclusiones finales.

LA LEY DE LA TENDENCIA DECRECIENTE DE LA TASA DE GANANCIA

La ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia aparece por primera vez en el libro tercero de El Capital (2017b: sección tercera). Su desarrollo es bastante sencillo una vez que se parte de los principios establecidos, principalmente, en el primer tomo de dicha obra. Allí Marx (2017a) establecía que el valor producido en una jornada de trabajo -valor cuya sustancia es el tiempo de trabajo abstracto socialmente necesario- se dividía entre: 1) capital constante (C), compuesto por las máquinas, bienes de equipo, y cualquier tipo de insumo; 2) el capital variable (V), equivalente a las horas que el obrero trabajaba para reproducir su fuerza de trabajo3 -por lo que es igual al salario-; 3) la plusvalía (P), que es igual a las horas que el obrero trabaja para el capitalista, por lo que, a este nivel de abstracción, la plusvalía y la ganancia son sinónimas. La tasa de explotación, o de plusvalía, , se define como la relación entre las horas de la jornada que el capitalista obtiene sin dar nada a cambio, y los salarios:

(1)
Por su parte, la tasa de ganancia, , se establece como la relación entre la masa de ganancia obtenida por el

capitalista y todo el capital

Finalmente, la composición orgánica del capital (COC) se define como la relación entre el capital constante y el variable:

(3)

Es evidente que, si las mercancías se intercambiasen por sus valores, la diferencia entre las distintas composiciones orgánicas podría provocar que, en esferas productivas donde la tasa de explotación es la misma, se rindiesen tasas de ganancia distintas. Marx, que era consciente de que, en la práctica, las tasas de ganancia suelen nivelarse debido al juego de la oferta y la demanda previo traslado de los capitales a los sectores más rentables, solucionó este problema teórico mediante la transformación4 de los valores en precios de producción, los cuales rinden todos la tasa general de ganancia, o ganancia media.

Una vez definida la tasa general de ganancia, queda explicar la forma concreta en la que opera la ley que explica su caída tendencial. Marx expone que el capital es valor que se valoriza a sí mismo, por lo que la obtención de una masa cada vez mayor de plusvalor es el fin único de la producción basada en el valor de cambio.

3 Es la diferencia entre la compra del «trabajo» y la compra de la fuerza de trabajo la que permite a Marx establecer su teoría de la plusvalía dentro del marco del derecho burgués.

4 Evidentemente, no es este el lugar para entrar al debate del «problema» de la transformación.

En este contexto cobra verdadera importancia el concepto de plusvalor relativo, que explica como los capitalistas expanden la parte de la jornada laboral que se materializa en tiempo de trabajo no remunerado mediante el abaratamiento constante de los medios en los que se objetiva la fuerza de trabajo de los empleados. Evidentemente, este abaratamiento solo se puede dar mediante una revolución constante de las fuerzas productivas; en otras palabras, mediante un cambio técnico constante. Como bien señala Rosdolsky (2023), para la explicación del fenómeno del plusvalor relativo no es necesario introducir el supuesto de la competencia entre los capitalistas, pero la situación es diferente cuando hablamos de la LTDTG. Efectivamente, dentro de un entorno competitivo los capitalistas individuales se ven incentivados a introducir cambio técnico, no solamente para extraer una masa mayor de plusvalor, sino para, además, producir con costes más bajos que les den la oportunidad de vender su mercancía a un precio menor que el de la competencia, a la vez que se adjudican una tasa de ganancia mayor que el resto. Una vez que la nueva técnica productiva se generaliza entre los otros capitalistas, desaparecen las ganancias extraordinarias del innovador.

Una de las consecuencias de este proceso incesante de avances tecnológicos es el incremento de la composición orgánica del capital (3). Es decir, los medios de producción -trabajo muerto- crecen proporcionalmente por encima del aumento del capital invertido en pagar el valor de la fuerza de trabajo. Por otra parte, la productividad del trabajo también se incrementa, por lo que la tasa de explotación (1) debe aumentar. Reescribiendo (2), obtenemos:

(2′)

Observando esta expresión, podemos apreciar que, si el incremento de COC es capaz de superar al crecimiento de p’ como consecuencia del cambio técnico, la tasa de ganancia menguará. Y esto es lo que, efectivamente, afirma Marx. Este argumenta que, si bien la COC puede aumentar de manera, en principio, infinita, el incremento de como consecuencia del crecimiento de la productividad del trabajo se encuentra limitado. Esto se puede explicar de manera sencilla. Nos basaremos en el ejemplo que da Marx (1971: 276-284) en los Grundrisse: Asumamos que, en cada nueva rotación del capital, la fuerza productiva se duplica. Los capitalistas invertirán el 50% del plusvalor generado en cada rotación para ampliar la escala productiva, mientras que consumirán el resto. Por su parte, en las condiciones iniciales la tasa de plusvalor será del 100%, por lo que los trabajadores destinan la mitad de la jornada laboral en reproducir su fuerza de trabajo. Si, en un principio, asumimos que en el capital constante se objetivan 8 horas de trabajo, que son las mismas que se materializan en cada día laboral, tendremos que:

Condiciones iniciales: C=8, v=4, p=4; r=4/(8+4)=0.33.

Una vez que los capitalistas introduzcan el cambio técnico que duplica la productividad, en las siguientes dos rotaciones la tasa de ganancia aumentará como resultado del incremento de la tasa de plusvalor:

Rotación 1: C=10, v=2, p=6; r=6/(10+4)=0.43

Rotación 2: C=13, v=1, p=7; r=7/(13+1)=0.5

No obstante, si el incremento de la COC sigue su curso, la tasa de ganancia comenzará a decaer progresivamente:

Rotación 3: C=16.5, v=0.5, p=7.5; r=7.5/(16.5+0.5)=0.44

Rotación 4: C=20.25, v=0.25, p=7.75; r=7.75/(20.25+0.25)=0.37

Rotación 5: C=24.125, v=0.125, p=7.875; r=7.875/(24.125+0.125)=0.32

Rotación 6: C=28.0625, v=0.0625, p=7.9375; r=7.9375/(28.0625+0.0625)=0.28

Este resultado se da porque las ganancias en plusvalor resultado del cambio técnico son progresivamente menos sensibles al crecimiento de la COC5. Cada vez son necesarias mayores inversiones en capital constante para

5 Mendieta (2011), Ramos y Valle (1983), y Wright (1978) llegaron a las mismas conclusiones a través de un procedimiento más formalizado.

aumentar en un grado progresivamente menor la tasa de plusvalor. Así, aunque la productividad del trabajo puede incrementarse, en principio, en una forma que tiende asintóticamente al infinito, la jornada laboral está limitada de forma natural a las 24 horas. Por lo tanto, esta última supone una barrera inamovible para la creación de valor que el capital no podrá derribar por mucho que revolucione sin límite las fuerzas productivas (Marx, 1971: 295).

Por último, cabe recalcar que la LTDTG no es una ley sobre una caída unidireccional y mecánica de la rentabilidad que ha de suceder siempre y en cualquier situación. Recordemos que Marx desarrolló una serie de fuerzas contrarrestantes que, dándose las condiciones necesarias, podían incluso superar la presión descendente del aumento de la COC, impulsando al alza la tasa de ganancia. En este sentido, consideramos imprescindible conceptualizar la LTDTG como un principio sobre la forma específica en la que el cambio técnico tensiona de forma progresiva la capacidad del capital global para valorizar una determinada masa de medios de producción; proceso que, a su vez, empuja a la puesta en movimiento de una serie de fuerzas contrarrestantes. Si estas fuerzas son incapaces de detener el estímulo negativo ejercido por el cambio técnico, la rentabilidad habrá de caer6. Por lo tanto, podemos asumir que la operatividad de la ley es compatible, al menos en principio, con varias trayectorias empíricas de la tasa de ganancia, sin que esto suponga su inexistencia como fuerza determinante (Carchedi, 2015)

LOS ARGUMENTOS DE LOS CRÍTICOS

De la anterior exposición se puede obtener una implicación muy evidente, a saber: si el cambio técnico es un proceso endógeno que tiende a un desarrollo infinito en una economía, y este, a su vez, sirve de acicate a la caída de la rentabilidad, existe un componente contradictorio en los procesos de acumulación y reproducción capitalista. Los teóricos del derrumbe, tales como Rosa Luxemburgo (2018) o Henryk Grossman (1979) se basaron en esta proposición para explicar el advenimiento de un colapso del sistema capitalista7.

El rechazo de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia a partir de la segunda mitad del siglo XX por parte de un gran número de seguidores marxistas -en gran parte provocado por la aprensión a las implicaciones políticas que se podían extraer de esta teoría- enfrentaba directamente a estos autores con el pensamiento de Marx. No obstante, estos pudieron salvar uno de los núcleos esenciales de la crítica de la economía política marxiana, a saber, que la existencia de una ganancia apropiable por el capitalista (conditio sine qua non para la reproducción de una economía capitalista, donde le trabajo social se organiza de manera privada e independiente), depende de la capacidad de este para extraer una parte del tiempo de trabajo llevado a cabo por la masa de proletarios sin ningún tipo de remuneración. Esto se demostró gracias al llamado teorema fundamental marxiano, el cual fue desarrollado primeramente por Okishio (1963) -siendo sistematizado y recibiendo el nombre con el que le conocemos en la actualidad por Morishima (1974)-. Empero, un corolario de esta tradición, es decir, la de aceptar algunos elementos de la crítica de Marx, pero atacar otros desarrollos, es que se compromete en cierta parte la capacidad intelectual de Marx como teórico, en el sentido de que consideró como fundamental y revistió de gran importancia una ley que no puede cumplirse. No se niegan hallazgos importantes realizados por el autor alemán, pero se señalan defectos lógicos que desembocan en la confianza en teorías erróneas. Por otra parte, si se consiguiese demostrar, en cambio, que el propio Marx se deshizo de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, muchos escritores y comentaristas de la obra de Marx podrían eximir a este de su «pecado». Además, a través de esta demostración se obtendrían sólidos fundamentos -mediante una especie de argumento de autoridad- para responder a quienes, empeñados en una defensa a ultranza del tercer libro de El Capital, se erigen como defensores de la LTDTG. Si hasta el propio Marx desechó esta teoría, ¿por qué deberían seguir defendiéndola los dogmáticos? Es en este contexto donde aparecen varios autores, cuya cabeza visible más importante es el alemán Michael Heinrich, que afirman que se puede demostrar -y de hecho lo hacen- el que el propio Marx abandonara la asunción de que existe una relación necesaria entre el cambio técnico y la caída de

6 La LTDTG, entonces, no asume que la tasa de ganancia tenga que caer siempre, sino que indica cuando y por qué lo hace (Kliman, at al., 2013).

7 Esta interpretación de la LTDTG no es unánime por parte de los defensores de dicha ley. Posteriormente hablaremos de eso.

a rentabilidad. En este punto resumiremos cuales han sido los principales argumentos esgrimidos para defender dicha posición.

La primera prueba la encontramos en el hecho de que Marx no vivió para ver la publicación del tomo III de El capital, volumen en el que se encuentra la famosa ley8. Tuvo que ser Engels quien, reuniendo, descifrando y ordenando los manuscritos dejados póstumamente por su amigo, diera forma a los dos tomos restantes de la obra. Heinrich (2013) afirma que la intención con la que estos escritos analizaban el problema de la caída tendencial de la rentabilidad llegó a nosotros de forma desfigurada a causa de la estructuración del tomo III por Engels. Así pues, el tercer capítulo sobre la ley, dividido en cuatro subsecciones, daba la apariencia de una ley formalmente estructurada, articulada y acabada cuando, según Heinrich, «las consideraciones de Marx no producen ninguna teoría unificada de la crisis, sino que contienen pensamientos bastante dispares»9 (Heinrich, 2013: 8). Así mismo, el hecho de que Engels situase el capítulo sobre la caída de la tasa de ganancia antes del desarrollo de otras categorías analíticas es un error pues «un tratamiento sistemático de la teoría de la crisis no puede derivarse inmediatamente de la «ley de la tendencia a caer de la tasa de ganancia», sino sólo después de que se hayan desarrollado las categorías de capital que devenga intereses y crédito.» (Heinrich, 2013: 8.) Así mismo, otros autores como Seth Ackerman (2023) también han señalado que es solamente debido a una inclusión póstuma por parte de Engels el que la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia haya llegado hasta nosotros, por lo que no debemos interpretarla como un desarrollo teórico marxista ni relacionarla con este último.

El siguiente argumento está directamente relacionado con las últimas palabras que hemos reproducido de Heinrich, es decir, el hecho según el cual, Marx, durante la década de los 70 del siglo XIX, centrase sus investigaciones en el sistema bancario y crediticio. Este es un síntoma de la toma de conciencia por parte del autor alemán de la importancia de estas esferas como contenido a partir del cual se derivaban las diversas crisis cíclicas que azotaban las economías capitalistas. Para Heinrich este creciente interés por los problemas de una índole más «financiera» es una prueba evidente de que Marx estaba empezando a desarrollar dudas acerca de la validez de la ley sobre la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.

Otro punto, compartido por Heinrich y otros autores como Rafael Moreno González (1994), se basa en la importancia que tuvo para explicar la gestación de la LTDTG la visión optimista que compartieron tanto Marx como Engels sobre la crisis de 1857-1858 como palanca que impulsaría al colapso definitivo del sistema capitalista. A la luz del desarrollo de los acontecimientos los dos revolucionarios comprobarían, para su desgracia, que eso no sucedería. Como resultado de dicha experiencia histórica los autores críticos de la LTDTG afirman que Marx no volvió establecer una relación directa entre crisis y derrumbe del capitalismo. Esto tendría su reflejo en los cambios que Marx establecería entre sus apuntes críticos (los Grundrisse), lo publicado en el Capital y lo que fue encontrado en los manuscritos escritos en las décadas de los 60 y los 7010. Este hecho, además, implica para los autores que defienden un abandono de Marx de la LTDG uno de los argumentos de mayor peso a la hora de exponer su hipótesis. De hecho, Ackerman afirma que la ley sobre la caída tendencial de la rentabilidad se trató más bien de una especie de principio ad hoc que no hacía sino expresar los deseos de Marx de que la crisis, explicada por un descenso de la tasa de ganancia, irreconciliable con la reproducción de los procesos de producción capitalista, acabase, de una vez y por siempre, con el capitalismo.

Por último, el que Marx nunca más volviese a escribir sobre la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia (o, al menos, eso afirman estos escritores) desde 1865, constituye una prueba adicional (quizás la más decisiva) de este progresivo cambio de sus opiniones acerca de lo referente a las teorías sobre las crisis. En este sentido, Moreno González argumenta que la desaparición de cualquier tipo de mención a la LTDG en los escritos de Marx a partir de la mitad de la década de los sesenta del siglo XIX se debe a una ruptura con su cosmovisión juvenil, según la cual, y mediante una inversión de los desarrollos especulativos hegelianos, se establecía una especie de teleología abstracta del desarrollo de las fuerzas productivas: cuando estas últimas

8 Efectivamente, Marx solo pudo publicar el primer tomo en el año 1867. Los dos restantes fueron presentados por Engels en 1885 y 1894 respectivamente.

9 En inglés en el original. Siempre que citemos un pasaje de este texto lo presentaremos bajo nuestra traducción.

10 Existe una gran polémica sobre si Marx, en lo referente a los cambios entre los Grundrisse y El capital, se retractó sobre sus posiciones o si bien dichos cambios pueden verse en un sentido de complementariedad. Indagar en esos debates se escapa absolutamente del cometido y de las posibilidades de este trabajo.

entraban en conflicto con las relaciones sociales de producción que las sustentaban se daba paso a una época de revolución social donde las arcaicas relaciones sociales engendraban unas nuevas que permitían el desarrollo de las fuerzas productivas. El anteriormente mencionado desencanto con el resultado de las crisis de 1858-1859 y el descubrimiento de diversas formas específicas de producción asiáticas -y sus consecuentes relaciones sociales-, especialmente la comuna rural rusa, explicarían el abandono de Marx de su visión previa, así como de la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia.

Viendo todo lo explicado arriba, podemos establecer un esquema a modo de mosaico de las principales razones que esgrimen los críticos para asumir que Marx abandonó esta teoría en la etapa más avanzada de su vida:

  1. La decisión de incluir la LTDG proviene de Engels. No hay pruebas de que, dada una entelequia donde Marx hubiese culminado y publicado su obra, este hubiese introducido la ley.
  2. Marx dedicó los últimos años de su vida a estudiar los sistemas crediticio y bancario para poder establecer una conexión entre estos y las crisis cíclicas que asolan el sistema capitalista. Esto demostraría un abandono de la LTDG como teoría destinada a explicar la existencia de estas crisis recurrentes a partir de 1865.
  3. La decepción que implicó el que la crisis de 1857-1858 no supusiera el colapso del modo de producción de tipo capitalista alejó a Marx de la idea de la posibilidad real de un derrumbe generalizado provocado por una caída de la rentabilidad. Esta simplemente había sido un reflejo de las aspiraciones de Marx sobre la caída inevitable de la producción capitalista
  4. La ruptura por parte de Marx de sus concepciones teleológicas hegelianas, que tuvieron en la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia una de sus numerosas expresiones.

Por lo tanto, si queremos defender nuestra postura, según la cual no hay motivos para sostener que Marx desechó la idea de que existe una caída tendencial de la rentabilidad provocada por la operación de fuerzas endógenas y contradictorias, que son el resultado de los procesos de reproducción social, debemos responder a cada uno de los anteriores argumentos de una forma convincente.

RESPUESTA ANTE LOS CRÍTICOS

En este punto dedicaremos nuestros esfuerzos a tratar de refutar los cuatro argumentos anteriores. Si bien es cierto que el prematuro fallecimiento de Marx nos impidió comprobar la forma en la que hubiese culminado El Capital11, creemos que existen varias razones para decantarnos por la versión original redactada y publicada por Engels.

Comenzando con la primera tesis, según la cual Engels incluyó la LTDTG en el libro tercero de El Capital, creemos que es importante tener en cuenta un hecho de suma importancia: Engels no solo fue el mejor amigo y benefactor de Marx durante toda su vida, sino que, además, su influencia teórica dejó una marca imborrable en la cabeza del segundo, por lo que esta no puede ser nunca pasada por alto. En este sentido no es de extrañar que fuese precisamente el trabajo de Engels (1843) el que convenciese a Marx para que este último se introdujese en el estudio de la economía política (Clarke, 2023). Durante todo el desarrollo de su trabajo, Marx constantemente consultó a su amigo sobre cuestiones de índole teórica y práctica12. Precisamente por este motivo, y si bien es cierto que se pueden identificar diferencias teóricas entre ambos autores13, no consideramos que se deba establecer una división entre ambos a priori. Sin embargo, en este caso la amistad entablada entre Marx y Engels juega un papel más preponderante para defender nuestra posición. La relación epistolar entre ambos fue intensa hasta el final de la vida del primero, por lo que Marx siempre mantenía bien informado a Engels sobre sus avances,

11 Esto implica que siempre existirá un cierto debate sobre la evolución del pensamiento de Marx. La única forma de zanjar estas cuestiones sería preguntar al propio Marx, algo evidentemente imposible.

12 Recordemos que Engels era hijo de un propietario de fábricas.

13 Un ejemplo sería un extracto del epílogo del tercer volumen de El Capital en el que Engels parece sugerir que el desarrollo de la forma- valor efectuado en el primer tomo por Marx es uno de tipo histórico-descriptivo. En nuestra opinión esto es un error, ya que el despliegue de la forma-valor es el ejemplo más claro del método dialéctico-sistemático efectuado por Marx; el cual, si bien contiene a la historicidad como uno de sus elementos, no puede entenderse como una mera descripción de épocas históricas.

logros o dudas cosechados por sus estudios en el campo económico. En este sentido creemos que nadie conocía las opiniones de Marx sobre la LTDTG mejor que Engels, por lo que nos parece poco probable que, de haber cambiado el primero de parecer, no hubiese informado a su confidente. Creemos que estos autores se basan en las conocidas modificaciones que hizo Engels de los manuscritos originales de Marx, las cuales, en algunos casos, se presentaban como fielmente originales. Tal como muestra Pedro Scaron en su introducción de los dos últimos volúmenes de El Capital, estos cambios existieron, pero, sin embargo, se trataban de modificaciones menores -frases, fechas, etc.-, y en el mayor de los casos se achacaban a meros descuidos, por lo que no creemos que, a partir de esta prueba se pueda inferir que Engels introdujese una sección entera que había sido desechada por Marx. Por otra parte, es evidente que la opción de que se produjese un cambio de tal magnitud en el pensamiento de Marx, y que este no hubiese informado a Engels, es posible, pero creemos que las probabilidades son bastante escasas. Es decir, no vemos ningún motivo para decantarse por afirmar la existencia de un escenario poco probable en detrimento de otro que si lo es.

En cuanto al segundo argumento, el cual reza que se produjo un abandono por parte de Marx de la LTDTG a partir de 1865 en favor de un estudio sobre los sistemas financieros para explicar las crisis recurrentes en el seno del sistema capitalista, hemos de decir, para empezar, que una de sus premisas es directamente falsa. Hemos visto que, tanto Heinrich como Ackermann, sostienen que Marx no volvió a hablar de la supuesta caída de la rentabilidad a partir del año 1865. Afirmar algo así solo demuestra, en el mejor de los casos, una dejadez realmente alarmante en relación a la profundidad con la que se estudia el objeto de investigación. En el peor tendríamos una falta de honestidad intelectual, la cual sería tan grande, que preferimos decantarnos por la primera opción. Veamos por qué: si retornamos a la correspondencia establecida entre Marx y Engels, podremos encontrar una carta fechada a 30 de abril de 1868 escrita por el primero para el segundo en la que se escribe lo siguiente:

«[…] III. TENDENCIA DE LA TASA DE GANANCIA A DISMINUIR EN EL CURSO DEL PROGRESO DE LA SOCIEDAD14. Esto sale ya de lo que ha sido desarrollado en el Libro I sobre el CAMBIO EN LA COMPOSICIÓN DEL CAPITAL EN FUNCIÓN DEL DESARROLLO DE LA PRODUCTIVIDAD SOCIAL. Ese es uno de los más grandes triunfos sobe el pons asini [puente de los ignorantes] de toda la economía hasta nuestros días». (Marx y Engels, 2023: p. 186)

No hace falta, por tanto, decir mucho más sobre lo preciso de la asunción que plantea 1865 como fecha última en la que Marx trata la LTDTG.

La importancia de la carta anterior no se limita únicamente a la fecha de su publicación. El hecho de que Marx describa la ley de la caída de la tasa de ganancia como algo «que sale del Libro I» es fundamental para esta discusión. Una carta escrita por Marx (Marx y Engel, 2023: p. 121) a Kugelmann el 28 de diciembre de 1862 apunta exactamente en la misma dirección que la anterior dirigida a Engels: «[…] Este volumen15 […] Es […] la quinta esencia y el desarrollo de lo que viene después, que puede ser fácilmente realizado por otros.» En resumen, en ambos escritos se reconoce que lo realmente complicado de la crítica de la economía política marxiana es el despliegue dialéctico de las categorías económicas en el primer libro de El Capital, es decir, el desarrollo de la ontología de la sociedad capitalista. Todo lo que viene después puede ser «fácilmente» realizado a partir de este análisis previo. Esto implicaría que, y tal como hemos defendido, la LTDTG se obtiene como resultado lógico de los principios establecidos por Marx en las fases más abstractas de su crítica. Es el despliegue dialéctico del concreto en su propio automovimiento el que desemboca en este resultado: si la producción basada en el intercambio entre productores privados e independientes debe desembocar, de forma necesaria, en la sociedad capitalista cimentada sobre la extracción de plusvalor de los trabajadores separados de los medios de producción, y establecida mediante la fragmentación de dichos medios entre un gran número de capitalistas cuya competencia entre sí se establece como una relación «natural» en estas condiciones sociales históricamente determinadas, el cambio técnico ilimitado también se erige como una necesidad latente en los estadios más tempranos de esta sociedad. Por lo tanto, la caída tendencial de la rentabilidad como respuesta a esta revolución permanente de las

14 En mayúsculas en el original.
15 Marx se está refiriendo a lo que posteriormente figuraría como el Libro I de El Capital.

fuerzas productivas es una potencialidad presente en el mismo desarrollo de la forma-valor que aparecía presente en el primer libro de El Capital, tal como el mismo Marx reconoció.

En vista de lo anteriormente argumentado, no es ni siquiera necesario agarrarse a la gran amistad entablada entre Marx y Engels para defender la forma en la que obró este último a la hora de incluir dicha ley en el libro tercero. Es el propio desarrollo concreto de los fundamentos establecidos por Marx el que nos lleva a asumir la existencia de una caída tendencial de la rentabilidad, y no creemos que el autor alemán se separase de estos durante las últimas décadas de su vida. La manera en la que Marx afirma de forma taxativa -y más de una vez a lo largo de los años- que la LTDTG puede derivarse fácilmente de los desarrollos efectuados en el Libro I demuestra que no existe ningún motivo a priori para asumir que sus estudios relacionados con los sistemas crediticio y bancario durante la última etapa de su vida se explican por un distanciamiento respecto a dicha ley. Si Marx suponía, y así lo hemos podido comprobar, que la LTDTG estaba demostrada y que era relativamente sencillo derivarla de los principios más abstractos de los que partía, tiene sentido que centrara su trabajo en otras cuestiones, sobre todo en un grado de abstracción menor. La ley sobre la caída de la tasa de ganancia se encuentra en un plano del análisis más abstracto que los diversos movimientos financieros, que representan una expresión realmente concreta y material de los fundamentos de la sociedad capitalista. Lo más importante aquí es que no existe ningún motivo para asumir que el hecho de que Marx se interese en el análisis de los sistemas financieros y su conexión con las crisis cíclicas se derive necesariamente de abandonar la LTDTG. De lo contrario, y a partir de la asunción que pretende hacer Heinrich, nada nos impediría, por ejemplo, afirmar, como lo hace Böhm-Bawerk (1974), que la existencia de los precios de producción del libro III niega la teoría del valor desarrollada en el libro I.

Lo explicado hasta este momento demuestra, a su vez, y en relación con el tercer argumento de los críticos, lo absurdo de sostener que Marx introdujo en su obra el fenómeno de la caída tendencial de la rentabilidad impulsado únicamente por sus deseos subjetivos. Además, dado que durante finales de los sesenta del siglo XIX Marx continuaba viendo en la LTDTG un elemento inmanente a su despliegue dialéctico, parece bastante claro que este último no estableció una conexión necesaria entre esta teoría y una crisis global que tuviera como resultado un colapso generalizado de la sociedad capitalista. Previamente, hemos explicado como varias personalidades han interpretado la LTDTG como una teoría del derrumbe, No obstante existen otros autores que sostienen16, y creemos que de manera correcta, que la tendencia de la rentabilidad a caer no debe ser entendida como una teoría de un derrumbe absoluto y único del capitalismo, sino, en cambio, como un principio que explica como esa pulsión latente de la tasa de ganancia a decrecer provoca una serie de procesos contrarrestantes; y que, dada la incapacidad de estos últimos para operar siempre debido a lo contradictorio de la producción de tipo capitalista, la existencia continua y cíclica del fenómeno de las crisis económicas es un mecanismo endógeno e impersonal con el que, entre otras muchas cosas, la tasa de ganancia vuelve a niveles compatibles con la reproducción capitalista, aunque, en última instancia, habrá de imponerse la caída de la rentabilidad. Con una interpretación tal de la ley no existe justificación para sostener que, dado que el capitalismo sobrevivió a la crisis de 1858-1859, Marx abandonó su teoría sobre la caída tendencial de la rentabilidad. Cosa que queda, por cierto, bastante clara si tenemos en cuenta que habla de la LTDTG diez años después de esta época de depresión económica.

En cuanto al último argumento, referido a un distanciamiento progresivo de posiciones deterministas de corte «hegeliano» hemos de decir dos cosas: 1) El que podamos encontrar en la obra de Marx, a lo largo de su larga trayectoria investigadora, una evolución de algunos elementos no es nada nuevo. En concreto, si nos centramos en una concepción teleológica de las fuerzas productivas que se imponen al conjunto de relaciones sociales, es cierto que podemos encontrar indicios de este contenido en la obra más temprana de Marx, que podrían tener su epítome en el prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política de 1859. No obstante, no estamos de acuerdo con una división del pensamiento crítico de Marx en dos etapas al más estilo althusseriano (ver Althusser, 1967), que en este caso establecería un Marx hegeliano y otro que no lo es, debido a su excesivo esquematismo. Marx se vio envuelto durante toda su vida en un desarrollo incesante y nunca acabado de sus concepciones, por lo que una división exterior en dos grandes bloques no nos parece que capte el verdadero movimiento del bagaje intelectual del alemán. Además, esta visión no tiene en cuenta la forma en la que Marx incorporó elementos

16 Véase, por ejemplo, Clarke (1994) o Kliman (2021).

teóricos de trabajos previos a sus trabajos posteriores. 2) En relación con lo que acabamos de decir, entendemos que la influencia de la obra hegeliana siempre estuvo presente en el pensamiento de Marx en mayor o menor medida -lo que, por cierto, no tiene por qué implicar nada malo o negativo17-, por lo que no creemos que el Marx «maduro» se encontrase desembarazado de todo contenido de tipo hegeliano. Para defender nuestra posición lo más útil es reproducir las palabras escritas a modo de epílogo de la segunda edición de El Capital:

Mi método dialéctico no sólo es en su base distinto del método de Hegel, sino que es directamente su reverso. Para Hegel, el proceso del pensamiento, al que él convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el demiurgo de lo real, y lo real su simple apariencia. Para mí, por el contrario, lo ideal no es más que lo material transpuesto y traducido en la cabeza del hombre.

Yo he criticado el aspecto mistificador de la dialéctica hegeliana hace cerca de 30 años, cuando todavía estaba de moda. En la época en que yo estaba escribiendo el primer tomo de El Capital, los epígonos molestos, pretenciosos y mediocres, que hoy ponen cátedra en la Alemania culta, se recreaban en hablar de Hegel, como el bravo Moisés Mendelssohn, en tiempo de Lessing, hablaba de Spinoza tratándolo de «perro muerto». Por eso me he declarado yo abiertamente discípulo de aquel gran pensador e incluso, en algunos pasajes del capítulo sobre la teoría del valor, he llegado a coquetear con su modo particular de expresión. La mistificación sufrida por la dialéctica en las manos de Hegel, no quita nada al hecho de que él haya sido el primero en exponer, en toda su amplitud y con toda conciencia, las formas generales de su movimiento. En Hegel la dialéctica anda cabeza abajo. Es preciso ponerla sobre sus pies para descubrir el grano racional encubierto bajo la corteza mística. (Marx, 2017a: pp. 56-57)

Este pasaje, escrito, por cierto, en 1872, fecha en la que, según los críticos, se supone que Marx ha abandonado su confianza en la LTDTG, deja bastante clara la influencia que el pensamiento de Hegel tuvo sobre la crítica de la economía política llevada a cabo por el Marx menos joven de las décadas de los sesenta y setenta del siglo XIX. Si se hubiese producido una disociación total entre Hegel y Marx, para empezar, todo el desarrollo de la forma-valor, fundamento sobre el que se construye la crítica de la economía política, habría sido imposible. Adicionalmente, repetimos, el hecho de que Marx hablase de la ley de la caída de la tasa de ganancia como un logro de sus investigaciones en 1868, cuando ya se presupone que este ha entrado en la fase de su pensamiento «madura», despeja cualquier duda sobre lo pobre del argumento presentado por Moreno González.

CONCLUSIONES FINALES

Una vez hemos examinado todas las supuestas pruebas que demostrarían un rechazo por parte de Marx de la LTDTG, hemos de decir que nos resultan, en el mejor de los casos, argumentos realmente endebles e insuficientes que no son capaces de demostrar lo que pretenden de una forma convincente. En los peores casos, hemos explicado como estas son directamente falsas o incorrectas. Creemos que hemos podido responder a cada una de las tesis de forma convincente, siempre basándonos en la propia obra de Marx o en la evidencia histórica, expresada principalmente en las cartas que mantenía con sus colaboradores, donde se puede apreciar de forma más prístina sus opiniones sobre su propia obra. Esto nos lleva a afirmar que no existen motivos suficientes como para asumir que el autor de Tréveris, durante los últimos años de su vida, abandonó la creencia de que uno de los efectos del vertiginoso dinamismo con el que se produce el cambio técnico en el modo de producción capitalista es una caída tendencial de la rentabilidad.

Por sí sola, esta noción no implica que la LTDTG pueda o no pueda estar exenta de sufrir un examen crítico. Esa no ha sido, en absoluto, nuestra intención a lo largo de estas páginas. Sin embargo, el intento forzoso de separar a Marx de este elemento de su obra solo parece surgir de la necesidad de algunos críticos de apoyar sus tesis en una especie de argumento de autoridad, proyectando sus deseos por este abandono en la afirmación de que fue el propio Marx quien, en épocas más tempranas de su vida, introdujo esta teoría en su obra de una forma externa y solamente dirigida por motivos de carácter subjetivo. La crítica de la economía política no es una

17 El triunfo del positivismo neokantiano en el campo de la filosofía de las ciencias ha tenido como resultado una visión decididamente negativa -y a nuestro juicio, injusta- sobre la obra de Hegel.

verdad revelada de estilo teológico que depende de la palabra de Marx, sino que consiste en la aprehensión y la intelección del automovimiento objetivo de la sociedad capitalista, que en último término ha de conducir a su autonegación y sustitución por una sociedad racional de productores libremente asociados. Por lo tanto, apoyar la crítica de algunos de sus elementos en lo que pensaba Marx, se revela como una praxis que no ha desembocar en nada fructífero para la organización mediante el análisis científico de una alternariva a la ofensiva capitalista. Si, encima, este ejercicio se lleva a cabo apoyado en argumentos tan frágiles, el resultado es enormemente insatisfactorio. Sería mucho más productivo asumir que Marx estaba equivocado, en el caso de que la LTDTG no existiese en la realidad ni siquiera como un proceso subyacente que se manifiesta de forma distorsionada, que tratar de aportar argumentos nada convincentes cogidos con pinzas para reconciliar a este con las ideas de los críticos. Será el desenvolvimiento real y práctico de los procesos de acumulación capitalista el que dicte sentencia sobre la idoneidad o no de la LTDTG, no la palabra de Marx.

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Graduado en Economía por la Universidad de Granada y magíster por la UNED en Investigación en Economía. En la actualidad investiga en la Universidad Complutense. Su trabajo se centra en un análisis empírico sobre la relación entre el cambio técnico y la tasa de ganancia desde una óptica marxista. Ha publicado un artículo (The empirical relevance of the Okishio’s theorem: A study in US, UK and Japan, World Marxist Review 2024), ha impartido una conferencia sobre su investigación en la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco de la Ciudad de México (octubre de 2023), y ha participado como dictaminador y revisor de un libro publicado por la unidad editorial de dicha universidad (La ciencia económica y los problemas nacionales: México en el contexto global).

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