Ramzy Baroud (The Palestine Chronicle y People’s World), 16 de Diciembre de 2025
La gente corre a refugiarse durante un ataque aéreo israelí contra un rascacielos en la ciudad de Gaza, el viernes 5 de septiembre de 2025, tras la advertencia del ejército israelí. | Yousef Al Zanoun/AP
Según informes, la «Junta de Paz» del presidente estadounidense Donald Trump se anunciará antes de fin de año. Esta noticia coincide con el aumento de informes que indican que el gobierno estadounidense se toma en serio impulsar la segunda fase del alto el fuego en Gaza.
Sin embargo, muchas preguntas cruciales siguen sin respuesta. ¿Cómo se puede imponer un consejo de gobierno en Gaza cuando los palestinos están unidos en su rechazo a cualquier nueva forma de mandato occidental sobre sus vidas?
Además, ¿cómo puede la propuesta «Fuerza Internacional de Estabilización» ( FSI ) operar en Gaza sin una claridad total sobre su misión? Si la FSI termina sirviendo principalmente como una línea de defensa israelí, todo el proyecto se derrumbará antes de comenzar.
Ni los países árabes ni los musulmanes se involucrarán seriamente en la subyugación de los palestinos en nombre de Israel. Cualquier otra fuerza participante será inevitablemente tratada por los palestinos como una fuerza de ocupación.
El principal obstáculo, sin embargo, es el hecho de que Israel nunca ha respetado verdaderamente la primera fase del alto el fuego, que comenzó , en teoría, el 10 de octubre. Desde esa fecha, las fuerzas israelíes han matado a más de 360 palestinos y herido a cientos más, al tiempo que demolían miles de estructuras residenciales, según imágenes de satélite verificadas por la BBC.
Peor aún, Israel ha bombardeado habitualmente objetivos más allá de la “Línea Amarilla”, que fue designada como la zona palestina adonde se permite el flujo de la ayuda humanitaria y donde se espera que la gente regrese a algún tipo de normalidad, a pesar de la destrucción casi total de Gaza.
Israel espera que la primera fase del acuerdo sea permanente. Esta intención se evidencia en los continuos bombardeos, la interrupción del suministro de suministros y ayuda vital, y las constantes acusaciones infundadas de que los palestinos son quienes violan el alto el fuego.
Se espera que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, haga del desarme de Gaza el principal punto de fricción, sabiendo de antemano que Gaza no entregará sus armas.
Pero ¿qué pasaría si Gaza accediera a entregar sus armas? ¿Dejaría Israel en paz a los palestinos? ¿Aumentarían exponencialmente las perspectivas de una paz justa y la libertad palestina? Para abordar esta pregunta, analicemos rápidamente tres experiencias, dos de ellas históricas.
Los historiadores palestinos e incluso algunos israelíes han argumentado que, durante la limpieza étnica de la Palestina histórica, la Nakba, Israel tenía la intención de despoblar el país independientemente de que los palestinos se resistieran o no.
La implementación del Plan Dalet , la operación destinada a expulsar a la población palestina, no estuvo relacionada de ninguna manera con el método o la intensidad de la resistencia palestina a la violencia de las milicias sionistas.
De hecho, el marco de esa expulsión se basó en el uso de la guerra como pretexto, en lugar de la guerra como respuesta a la resistencia palestina. «Los árabes tendrán que irse, pero se necesita un momento oportuno para que esto ocurra, como una guerra», escribió el líder sionista y entonces primer ministro de Israel, David Ben-Gurión.
Aunque algunos mukhtars (líderes de aldea) asumieron que la falta de resistencia significaba que se librarían del mismo destino que quienes se resistieron, se equivocaron. El historiador israelí Ilan Pappe escribe : «Mientras que el Plan Dalet oficial daba a las aldeas la opción de rendirse, las órdenes operativas no eximieron a ninguna aldea bajo ningún concepto».
El mismo patrón se repitió a lo largo de la historia. En 1982, tras un acuerdo negociado por Estados Unidos para evacuar a las fuerzas palestinas de la OLP del Líbano, se asumió que su salida impediría que el ejército israelí atacara a civiles palestinos.
De hecho, el 21 de agosto de 1982, las facciones de la OLP comenzaron a abandonar el país, dejando los campamentos indefensos y a sus aliados libaneses vulnerables. Sin embargo, la violencia israelí en Beirut Occidental había aumentado, en lugar de disminuir, lo que condujo en septiembre de 1982 a la masacre de Sabra y Chatila , que mató a hasta 3.500 refugiados palestinos y civiles libaneses.
Todas las promesas de Washington, las supuestas “garantías” y el lenguaje diplomático del enviado estadounidense Philip Habib, que actuó como enviado especial del Presidente, no significaron absolutamente nada, ya que Israel ayudó a facilitar una de las masacres más brutales de la historia.
Y, por supuesto, está la saga actual de la propia Cisjordania, que, a diferencia de Gaza, carece de infraestructura de resistencia armada y está administrada por la Autoridad Palestina (AP), que opera con base en un mandato israelí-estadounidense-occidental.
Sin embargo, incluso antes del genocidio de Gaza, el sufrimiento de Cisjordania había aumentado: sus tierras habían sido confiscadas, comunidades enteras habían sido sometidas a una limpieza étnica , campos de refugiados enteros habían sido destruidos y cientos de residentes habían sido asesinados.
Entre el 7 de octubre de 2023 y finales de 2025, informes de la ONU y de derechos humanos indican que las fuerzas israelíes y los colonos asesinaron a más de 1.000 palestinos en Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental (más de 200 niños). Miles más resultaron heridos, y las autoridades israelíes destruyeron o confiscaron miles de estructuras propiedad de palestinos, desplazando a muchos. Además, se estima que 10.000 palestinos de Cisjordania fueron arrestados entre octubre de 2023 y agosto de 2024.
Si el genocidio de Israel en Gaza está enteramente motivado por el deseo de aplastar a los grupos armados, entonces ¿por qué continúa el aplastamiento de Cisjordania?
Quienes siguen considerando la narrativa israelí sobre Gaza deben confrontar este historial y reconocer dos realidades cruciales y persistentes. En primer lugar, la violencia de Israel está motivada fundamentalmente por sus ambiciones coloniales , no solo por la resistencia palestina. En segundo lugar, la resistencia palestina es un imperativo histórico profundamente arraigado: la lucha decidida de la población nativa por la autoliberación de la ocupación extranjera.
Sólo abandonando el lenguaje reduccionista que presenta las guerras israelíes como simples respuestas a grupos armados podremos llegar a una comprensión profunda de los acontecimientos en Palestina, los verdaderos motivos de Israel y la legitimidad de la lucha palestina.
Como ocurre con todos los artículos de opinión y análisis de noticias publicados por People’s World, las opiniones reflejadas aquí son las del autor.
El Dr. Ramzy Baroud es periodista, autor y editor de The Palestine Chronicle . Es autor de seis libros. Su último libro, coeditado con Ilan Pappé, es «Nuestra visión para la liberación: Líderes e intelectuales palestinos comprometidos se pronuncian». Entre sus otros libros se incluyen «Mi padre fue un luchador por la libertad» y «La última tierra». Baroud es investigador principal no residente del Centro para el Islam y Asuntos Globales (CIGA).
Gaceta Crítica 
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