Por Geraldina Colotti (Resumen Latinoamericano) 15 de diciembre de 2025

Informes de instituciones encargadas de analizar este fenómeno global demuestran que las agresivas maniobras de Estados Unidos en el Caribe no estaban dirigidas al narcotráfico: Informes de la ONU, la DEA, la Unión Europea y la Organización Mundial de Aduanas, elaborados durante varios años, revelan que Venezuela es un país irrelevante en términos de producción y tráfico de drogas. Tanto es así que Venezuela ha incautado el 70% de lo que se ha intentado pasar por territorio venezolano, lo que no supera el 6% del tráfico total entre Ecuador, Colombia y Estados Unidos.
Que las intervenciones del imperialismo estadounidense en los cuatro rincones del mundo no se debieron precisamente a razones humanitarias o democráticas queda evidenciado por el largo reguero de sangre que ha dejado en el Sur Global. Un artículo reciente del New York Times recuerda la impresionante lista de estas agresiones a lo largo de la historia pasada y reciente, llegando incluso a la idea de imponer una nueva Doctrina Monroe en el continente latinoamericano y una nueva subordinación económica, financiera y militar a sus aliados.
Los recursos militares desproporcionados y los altísimos costos involucrados en estas operaciones demuestran que había enormes intereses en juego. Que estos intereses buscan apropiarse de los formidables recursos de Venezuela queda demostrado por las declaraciones directas de Donald Trump y Marco Rubio, y el documento sobre seguridad estadounidense. Un texto que describe cómo el presidente se encuentra «más lúcido» en años, al reconocer el fracaso de la hegemonía estadounidense en los últimos 80 años y buscar refugio en el hemisferio occidental para alcanzar victorias.
Su estrategia no altera en absoluto la naturaleza supremacista, intervencionista y agresiva del imperialismo, sino que la reformula. Machado, ganadora del Premio Nobel de la Paz, afirma que quiere abrir las puertas a estos intereses si logra su objetivo de llegar al poder en Venezuela.
Trump necesita el petróleo de Venezuela. Las reservas de petróleo en Estados Unidos disminuyeron la semana pasada, más de lo previsto por los analistas. Durante el período de siete días que finalizó el 5 de diciembre, los depósitos disminuyeron en aproximadamente 1,8 millones de barriles, mientras que los analistas habían pronosticado una disminución de aproximadamente 1,3 millones de barriles. En total, excluyendo la reserva estratégica, las existencias se situaron en 425,7 millones de barriles.
La reserva estratégica, por su parte, subió levemente a 411,9 millones de barriles, el nivel más alto desde septiembre de 2022. Este dato muestra una reducción en las existencias comerciales de petróleo de Estados Unidos que fue más significativa que las expectativas del mercado para ese período.
Pero el caso del petrolero incautado por Estados Unidos pone de relieve el uso instrumental de la mentira de la lucha contra el narcotráfico. Es necesario recordar la piratería internacional y la transición a una nueva fase de violación del derecho internacional, que comenzó notoriamente con el genocidio en Palestina, para enmarcar esta acción. El robo del petrolero, que transportaba 1.900.000 barriles de crudo con destino a Cuba, es una expresión directa de agresión económica y militar.
La acción denunciada por el gobierno bolivariano, los presidentes progresistas y los movimientos populares nos recuerda que no se trata de un incidente aislado, sino que forma parte de la estrategia imperialista de asfixia económica contra Venezuela, un país que, desde una perspectiva de solidaridad y autodeterminación, ha ofrecido apoyo petrolero a las naciones vecinas. El bloqueo económico y acciones de fuerza como esta impactan directamente al pueblo venezolano y a la capacidad de su gobierno para comerciar libremente, y amenazan a Cuba, Nicaragua y a todo el continente latinoamericano.
Este acto criminal revela una profunda motivación estratégica y geopolítica. El secuestro, ocurrido en aguas internacionales «al norte de Trinidad y Tobago, rumbo a las islas de Granada», según confirmó el presidente Nicolás Maduro, se perpetró en una zona de incalculable valor estratégico.
Es un hecho —como lo demuestra una investigación del periodista Marcos Salgado— que Estados Unidos ha instalado un radar de última generación en Trinidad y Tobago. La zona es de vital importancia para el transporte marítimo de carga y petróleo, sirviendo como ruta de entrada y salida del Atlántico al Caribe y, estratégicamente, como acceso al Canal de Panamá. Por lo tanto, la acción forma parte de una clara estrategia para controlar y militarizar esta crucial ruta marítima que conecta el Atlántico con el Pacífico.
Además, se descartan las especulaciones sobre el supuesto destino cubano del cargamento: el barco fue interceptado con rumbo casi al este, abandonando el mar Caribe hacia el Atlántico, y no hacia el noroeste. Esto confirma que el objetivo no era un cargamento específico, sino la reafirmación del control hegemónico mediante la piratería.
Este acto no solo viola flagrantemente el derecho internacional y la soberanía nacional, sino que también constituye un grave delito humanitario, ya que los tripulantes fueron secuestrados y se encuentran actualmente desaparecidos. El presidente Maduro ha denunciado con acierto el inicio de una nueva era: la de la piratería naval criminal en el Caribe.
Desde el punto de vista de la lucha de clases, el robo de este recurso y el ataque a la soberanía nacional representan un intento del capital financiero y del aparato estatal imperialista de reafirmar su dominio y destruir cualquier alternativa económica basada en la solidaridad y la ruptura con los dictados neoliberales.
El aumento de la presión sobre Caracas también se evidencia en la imposición de nuevas sanciones contra Venezuela, que imponen restricciones a seis petroleros y a las compañías navieras vinculadas a estos buques. Cuatro de estos petroleros, incluyendo el H. Constance, construido en 2002, y el Lattafa, construido en 2003, tienen bandera panameña, mientras que los otros dos tienen bandera de las Islas Cook y Hong Kong. Todos son superpetroleros que recientemente cargaron crudo en Venezuela.
La incautación del buque fue la primera de un cargamento de petróleo venezolano desde la entrada en vigor de las sanciones de 2019 y la primera acción conocida tras el masivo despliegue militar estadounidense en la región. Dichas acciones podrían causar retrasos a corto plazo en las exportaciones de crudo venezolano.
Más de 30 petroleros sancionados que operan en Venezuela podrían estar en riesgo. El incidente ha alertado a las agencias y operadores navieros, quienes están reconsiderando si zarpar de aguas venezolanas. Incluso antes de la incautación, las sanciones habían dejado a varios petroleros cargados de hidrocarburos esperando semanas e incluso meses para zarpar.
Al momento del incidente, alrededor de 80 buques cargados con petróleo o en espera de carga se encontraban en aguas territoriales venezolanas, incluyendo los 30 buques sancionados. La naviera Frontline estima que el 15% de la flota mundial de grandes petroleros se ha visto afectada por las sanciones impuestas por Estados Unidos.
A pesar de la agresión, la producción petrolera venezolana ha demostrado resiliencia. La producción de petróleo (según informó la ministra Delcy Rodríguez) aumentó a 1,17 millones de bpd en noviembre, desde 1,13 millones de bpd el mes anterior, y se consolidó en 1 millón de barriles por día (bpd) en octubre y noviembre, manteniéndose fuera del sistema de cuotas de la OPEP+.
El carácter “extrajudicial” de las operaciones estadounidenses ha provocado reacciones incluso en Europa:
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha estado en contacto constante con Nicolás Maduro para reafirmar el apoyo de Rusia al gobierno bolivariano y ofrecer su capacidad diplomática en respuesta a la incautación del petrolero. Este respaldo diplomático y la solidaridad rusa forman parte de una política de resistencia mutua a las medidas coercitivas unilaterales.
Moscú utiliza el mismo término “piratería” para condenar las acciones estadounidenses en el Caribe, reafirmando que “las operaciones extrajudiciales son inaceptables porque socavan el derecho internacional”.
La respuesta más profunda de Rusia a la presión estadounidense se manifiesta en la aceleración y consolidación de la cooperación económica bilateral, especialmente en el sector energético, vital para ambos países que enfrentan “sanciones”.
En noviembre de 2025, Venezuela y Rusia fortalecieron su alianza energética al extender las operaciones petroleras hasta 2041. Este acuerdo, que abarca campos como Boquerón y Perijá, implica una inversión estimada de 616 millones de dólares y busca mantener activos proyectos conjuntos, con una meta de producción de alrededor de 91 millones de barriles en total.
A principios de la segunda semana de diciembre de 2025, el presidente Maduro anunció la firma de 19 nuevos acuerdos de cooperación entre Rusia y Venezuela. Estos documentos se firmaron en un contexto de creciente tensión, consolidando una alianza estratégica que abarca los sectores energético, minero, financiero y de defensa, e incluye iniciativas para crear una infraestructura financiera independiente de los sistemas occidentales.
Esta profundización de la alianza económica con Rusia y otros actores del Sur Global (como China) no es sólo una medida de supervivencia, sino la construcción práctica de un bloque alternativo al sistema capitalista-imperialista dominado por el dólar y los dictados de Washington.
En el mundo multipolar, la acción estadounidense se configura como un acto de piratería flagrante dirigido a controlar los recursos estratégicos de Venezuela y destruir su soberanía económica, en un contexto de crisis hegemónica global.
En el marco de la Internacional Antifascista y las Brigadas Internacionales de Solidaridad con Venezuela, la plataforma Rompiendo Fronteras, Comunicando Alternativas —una plataforma internacional de comunicación antagonista y liberadora, con trabajo constante en África, América, Asia y Europa y más de cincuenta nodos participantes en la Internacional Antifascista—, en cumplimiento de su mandato de informar, educar y movilizar, denuncia enérgicamente el acto de piratería internacional perpetrado por el gobierno estadounidense; exige la liberación inmediata del petrolero y sus mercancías legítimas, la localización y liberación de la tripulación secuestrada, y la condena internacional de esta política de agresión económica y militar. Y llama a los pueblos del mundo a actuar.
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