Raul Bocanegra (PÚBLICO), 13 de Diciembre de 2025
Europa Laica considera que las cuentas que publican los obispos son en general opacas y que las diócesis están sobrefinanciadas por el Estado.

Las diócesis españolas ingresaron 168 millones de euros en el año 2024 «correspondientes al patrimonio inmobiliario, financiero y actividades económicas diversas», según se recoge en la memoria económica que cada año hace pública la Conferencia Episcopal y que esta semana fue presentada en Madrid. Estos 168 millones suponen el 12% de los ingresos totales de los obispados en el país. Los datos, según se explica en el documento, son «la agregación de las cuentas consolidadas de las diócesis«, lo que incluye la actividad de cada obispado y también del conjunto de las parroquias.
Además, las diócesis obtuvieron otros 66 millones de euros —un 5% del global de recursos— por lo que llaman «ingresos extraordinarios», entre los que se incluyen, según explican en la memoria, «las cantidades recibidas por enajenaciones de patrimonio, subvenciones de capital» y otros conceptos que no se detallan.
En el año 2024, la Iglesia obtuvo en total 1.395 millones de euros, de los que gastaron 1.262 millones, según consta en la memoria. Público preguntó a la Conferencia Episcopal por esta diferencia —de 133 millones— y su destino y la respuesta fue la siguiente: «El importe resultante en términos globales, ha servido a las diócesis para reducir el endeudamiento que tuvieron que asumir años atrás y muy especialmente en la época de la pandemia».
La organización Europa Laica considera que las cuentas que se recogen en la memoria son en general opacas y que los obispados están sobrefinanciados por el Estado, debido a que la asignación tributaria (la casilla del IRPF)que cada año recibe la Iglesia sirve para generar un superávit a los obispados.
La Conferencia Episcopal, por el contrario, defiende el esfuerzo de transparencia que cada año hace con esta memoria. Su publicación viene recogida en los acuerdos de España con la Santa Sede de 1979 de este modo: «La aplicación de los fondos, proyectada y realizada por la Iglesia, dentro del conjunto de sus necesidades, de las cantidades a incluir en el Presupuesto o recibidas del Estado en el año anterior, se describirá en la Memoria que […] se presentará anualmente».
Los ingresos de la Iglesia, hasta esos 1.395 millones, además de fruto de los negocios de los obispados con su ingente patrimonio, vienen por otras tres vías. En efecto, por un lado, cada año, el Estado aporta a través de la casilla del IRPF cientos de millones de euros. En el año 2024, según la memoria, fueron 326 millones. Este modo de financiación de la Iglesia viene recogido también en los acuerdos de 1979 y es muy criticada por algunos expertos y organizaciones laicistas, que reclaman, hasta el momento sin éxito, que se cumpla también otra de las cláusulas de ese pacto: la autofinanciación de la Iglesia.
La más importante de ellas, según la Conferencia Episcopal, es la que llaman otros ingresos corrientes, que sirvieron para obtener 434 millones en 2024 y que en la memoria están definidos de esta manera, con escaso detalle: «Servicios diversos, subvenciones, ingresos de otras instituciones religiosas y otros ingresos«. Europa Laica calcula que el grueso de esta partida proviene de ingresos por venta de entradas a monumentos. Según la memoria pertenecen a la Iglesia 3.161 bienes de interés cultural.
Por las aportaciones de los fieles a través de «colectas ordinarias, específicas y suscripciones» los obispados, según sus datos, recaudaron otros 399 millones en 2024. Con esto, según la memoria, se completan sus fuentes de ingresos hasta esos 1.395 millones.
La Iglesia católica, considera Europa Laica, «oculta la magnitud de los beneficios derivados de su entramado patrimonial y empresarial para que la ciudadanía no sea consciente de la cantidad de impuestos que deja de aportar por estos conceptos. Pero por los datos recabados resulta muy difícil catalogar a la Iglesia Católica como una entidad sin ánimo de lucro».
La memoria recoge que las diócesis destinaron la mayoría de esos 1.262 millones a la «conservación de edificios y gastos de funcionamiento», 419 millones, el 33%. Para la retribución del personal «seglar», los trabajadores de las diócesis, la Iglesia aportó 257 millones, el 20%. El 19%, 236 millones, fueron a lo que llaman «acciones pastorales y asistenciales». Los salarios de los sacerdotes ascendieron a 197 millones de euros, el 16%.
En gastos extraordinarios, definidos como «partidas empleadas en la construcción de nuevos templos, programas de rehabilitación y otros gastos de naturaleza extraordinaria» las diócesis gastaron 117 millones, el 9%. Y el restante 3%, 35 millones, fue a parar, según la memoria, a centros de formación del clero: seminarios, institutos superiores y otras iniciativas de formación.
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