Gaceta Crítica

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Posmodernismo y neoliberalismo: lo micro y lo macro

Miguel Alejandro Pérez (CEMEES -México-), 1 de Diciembre de 2025

Néstor Kohan es un intelectual y militante marxista argentino, profesor en la Universidad de Buenos Aires, donde coordina las cátedras “De la teoría social de Marx a la teoría crítica latinoamericana y“Che Guevara”. En el texto “Fetichismo y hegemonía desde la perspectiva de la teoría crítica marxista” (2011), Kohan propone rescatar la teoría marxista del fetichismo para comprender una paradoja central de nuestro tiempo: mientras la filosofía académica celebra la dispersión y el fragmento, el capitalismo realmente existente impone una lógica integradora a escala mundial, borrando diferencias y aplastando la diversidad en nombre del mercado global.

Así, el posmodernismo —con su culto al fragmento y lo micro— legitima la dominación social del capital, y la fragmentación política de abajo complementa la unidad económica y militar de arriba. En este sentido, el posmodernismo legitima el proceso en nombre de la “Diferencia” y de la tolerancia hacia el “Otro”. Su culto al fragmento y a lo micro invierte la realidad y termina legitimando la dominación social del capital. Por eso, la coexistencia del neoliberalismo y las filosofías “post” no es contradictoria, sino complementaria. Superar ese dualismo exige, según Kohan, acabar con la lógica fetichista y plantear una estrategia política de largo plazo, al mismo tiempo anticapitalista y antiimperialista, en el plano nacional, regional y global.

Es precisamente esta articulación entre lo micro y lo macro, entre neoliberalismo y posmodernismo, la que hace especialmente importante el texto de Kohan. A continuación, me limitaré a destacar y resumir cuatro puntos principales que considero relevantes de su análisis.

1. Diagnóstico de la fragmentación y la necesidad de un balance crítico

Kohan parte de un diagnóstico político claro: aunque en las primeras décadas del siglo XXI han surgido múltiples experiencias de lucha contra el llamado “nuevo orden mundial”, estas resistencias aparecen dispersas, fragmentadas y carentes de una coordinación estratégica de largo plazo que las organice contra el capitalismo y el imperialismo. Frente a esta situación, es imprescindible reconocer la fragmentación como signo de debilidad, y no como virtud.

Para avanzar en la confrontación contra el sistema capitalista-imperialista contemporáneo a escala mundial, Kohan sostiene que es necesario realizar un balance crítico del pensamiento filosófico y político dominante en las décadas de 1980 y 1990. La teoría crítica del fetichismo resulta aquí fundamental, porque ayuda a comprender y explicar la segmentación y fragmentación que debilitan la rebeldía popular y neutralizan las protestas contra el capitalismo.

Este es, pues, el punto de partida del ensayo: ajustar cuentas con los discursos teóricos que legitimaron la dispersión de las luchas y que, en última instancia, debilitaron la posibilidad de articular un frente común. El propósito es político: comenzar a discutir las nuevas tareas del llamado “movimiento de los movimientos” hacia un proyecto emancipador de alcance global, orientado —desde la perspectiva de Kohan— al socialismo mundial.

“Así, sin hacer un beneficio de inventario y un balance crítico con el punto de vista filosófico que predominó durante las décadas del ochenta y el noventa no lograremos observar, analizar, comprender y finalmente superar en la práctica nuestras limitaciones actuales.”

2. Abandono académico de la teoría crítica del fetichismo

El segundo eje es la reivindicación de la teoría del fetichismo como clave analítica central del marxismo. Kohan denuncia que esta categoría fue abandonada por la “intelectualidad oficial” a partir del auge de las llamadas metafísicas “post”: posmodernismo, posestructuralismo, posmarxismo, entre otras. Estas corrientes, afirma, renunciaron a la idea de un sujeto social autónomo capaz de transformar colectivamente el orden existente, y presentaron esa renuncia como una crítica a toda forma de totalización o representación colectiva.

Aunque se proclaman antimetafísicas, Kohan sostiene que caen en una nueva metafísica: fetichizan la fragmentación y absolutizan la pluralidad como si fuera una condición ontológica, y no una fase específica del desarrollo histórico del capitalismo. De este modo, convierten en universal una realidad social particular, propia de una etapa de expansión del capital, caracterizada por la dispersión de los movimientos sociales, la proliferación de discursos políticos aislados y la disolución de identidades sociales previamente consolidadas.

Por eso Kohan denomina metafísicas post al posmodernismo y al posestructuralismo. A pesar de su relativismo discursivo, ambas abandonan la categoría de sujeto para reemplazarla por una multiplicidad sin articulación colectiva, sin conciencia de clase ni experiencias de lucha. En este sentido, estas corrientes pretenden garantizar el pluralismo sin plantear la revolución, legitimando así la impotencia política.

“Tanto el posmodernismo como el posestructuralismo y el posmarxismo comparten, a pesar de sus ademanes minimalistas y relativistas, esta metodología de pensamiento. Por eso consideramos que son metafísicas de ‘la pluralidad’, del ‘flujo del Deseo’, de la ‘diversidad del Otro’, de ‘los Poderes locales’, etcétera.”.

3. La crítica al culto del fragmento y la lógica fetichista del posmodernismo

Un tercer eje es la crítica al giro lingüístico y al culto del fragmento propio de las “metafísicas post”. Según Kohan, estas corrientes desplazaron la gran teoría social —capaz de pensar el conjunto de las relaciones— hacia relatos micro, discursos locales y repliegues identitarios, encerrándose en una lógica de gueto.

Las consecuencias políticas son graves: al separar opresiones de género, raza o identidad cultural de la explotación de clase y la dominación imperialista, dejan intacto el modo de producción capitalista mediante la fetichización de los particularismos. Para el posmodernismo y el posestructuralismo, el capitalismo puede convivir con el pluralismo y la diversidad, pero sin transformación estructural. Se pasa así del gran proyecto revolucionario a la micropolítica; de la lucha por la revolución socialista a una “tolerancia” gestionada por el propio sistema.

Las “metafísicas post” se convierten entonces en ideologías legitimadoras de la impotencia política, sustentadas en una hipóstasis fetichista: aislar fragmentos de la vida social, separarlos del conjunto y elevarlos a realidades autónomas.

“(…) ambos [posmodernismo y posestructuralismo] tienen un mismo suelo común estructurado sobre el abandono de la categoría de sujeto, la dificultad para fundamentar una oposición radical al conjunto del sistema capitalista como totalidad y la ausencia de una teoría que permita pensar la praxis colectiva transformadora a partir de su propia historia.”

4. La articulación de lo micro y lo macro: fetichismo y hegemonía

Finalmente, Kohan propone rescatar la teoría marxista del fetichismo para comprender la paradoja central: mientras la filosofía académica celebra la dispersión y el fragmento, el capitalismo realmente existente impone una lógica integradora a escala mundial, aplastando la diversidad en nombre del mercado global.

El posmodernismo legitima ese proceso en nombre de la “Diferencia” y de la tolerancia hacia el “Otro”. Su culto al fragmento y a lo micro termina invirtiendo la realidad y legitimando la dominación social del capital. En este sentido, la coexistencia del neoliberalismo y las “filosofías post” no es contradictoria, sino complementaria: la fragmentación política de abajo legitima la unidad económica y militar de arriba.

“Entre el arriba y el abajo, entre el posmodernismo y la mundialización neoliberal del capitalismo imperialista, entre el culto de la diferencia y la estandarización implacable del mercado capitalista existe una estrecha relación.”

Kohan muestra así una relación estrecha entre “arriba” y “abajo”, entre posmodernismo y mundialización neoliberal, entre discursos filosóficos fragmentarios y la realidad económica global. La teoría del fetichismo ayuda a explicar esta aparente asimetría: la sociedad mercantil capitalista, en su dimensión mundial, borra a los seres humanos, combinando la privatización de la vida cotidiana —con su culto a lo micro y al gueto posmoderno— con la expansión de los mercados globales promovida por el neoliberalismo. La lógica fetichista articula lo micro y lo macro: las microsectas dispersas y segmentadas con la racionalidad mercantil que opera a escala internacional.

“Lo micro y lo macro, la lupa y el telescopio, lo íntimo y lo absolutamente impersonal constituyen dos caras de la misma moneda fetichista. Sólo acabando con la lógica fetichista se podrá superar ese lacerante dualismo que desgarra con sus escisiones y enajenaciones cualquier proyecto político en polos antinómicos irresolubles.”

Superar ese dualismo exige, pues, acabar con la lógica fetichista. Y para ello, concluye Kohan, es necesaria una nueva estrategia política de largo plazo, que sea al mismo tiempo anticapitalista y antiimperialista, a escala nacional, regional y global.


Miguel Alejandro Pérez es profesor de Historia por la UNAM (México)

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