Estefanía Ciro entrevistada por Pablo Castaño (JACOBIN AMÉRICA LATINA), 7 de Noviembre de 2025

La guerra contra las drogas ha fracasado rotundamente en su objetivo de reducir el consumo. Sin embargo, ha servido para mantener los aparatos militares y de inteligencia estadounidenses en América Latina.
Está a la venta nuestro undécimo número, “La libertad guiando al pueblo”. La suscripción a la revista también te garantiza el acceso a material exclusivo en la página.
Pablo Castaño
La llamada guerra contra las drogas es un fracaso absoluto. Esto se aplica tanto a Estados Unidos, donde el gobierno de Trump busca intensificarla, como a Colombia, el principal productor mundial de cocaína. Si bien los daños sociales del consumo de drogas, el comercio y el narcotráfico están bien documentados en el núcleo imperialista, se ha prestado relativamente poca atención a la producción en el Sur Global.
A medida que las incautaciones de cocaína alcanzan niveles récord en Colombia, la producción se incrementa proporcionalmente para satisfacer la demanda, capturando cada vez más personas y más tierras para la economía de las drogas. En América Latina, la prohibición ha significado el despojo de los campesinos y la violencia estatal y paramilitar.
Para comprender cómo la guerra contra las drogas alimenta la violencia, el despojo y la dominación imperialista de Estados Unidos —sin lograr reducir el consumo— conversamos con Estefanía Ciro, una de las principales expertas de América Latina en economía de las drogas, en el marco de la Conferencia Internacional «Política de drogas, derechos humanos y corresponsabilidad global», celebrada en Barcelona, España, y organizada por Taula per Colombia. Ferviente defensora de la regulación, Ciro es directora del think tank ALaOrillaDelRío, en la Amazonía colombiana, que formula propuestas innovadoras para reducir la enorme violencia del tráfico de drogas en Colombia y otros países.
Hablamos con ella sobre la situación actual de los mercados de drogas en Estados Unidos, América Latina y Europa, la geopolítica de las drogas, los impactos sociales y políticos de la prohibición y qué características debería tener una política anticapitalista en materia de drogas.
PC
¿Cuáles son los principales impactos en la salud del tráfico de drogas en Estados Unidos hoy en día?
EC
El principal riesgo es el fentanilo, cuya crisis por sobredosis ha causado más muertes que la guerra de Vietnam, y tiene profundas raíces en la industria farmacéutica. También tiene mucho que ver con el desmantelamiento del Estado del bienestar y la desindustrialización, con la destrucción de puestos de trabajo estables para los trabajadores. El fentanilo es una droga muy peligrosa, muy difícil de dosificar. Es un opioide; lo tomas y tu corazón comienza a latir tan lentamente que puede detenerse.
PC
Trump ha utilizado la crisis del fentanilo como argumento en sus disputas comerciales con China. ¿Tienen sentido las acusaciones de que China tolera el tráfico ilegal de esta droga?
EC
El fentanilo también es un anestésico legal. Existe una producción legal, pero también una producción ilegal que se puede realizar en casa. Algunos precursores químicos proceden de China, pero afirmar que se trata de una estrategia de desestabilización o de una situación que justifica romper relaciones con China o México carece de fundamento. Nos encontramos en medio de un cambio multipolar en el que China está aumentando su poder. La cuestión del fentanilo le viene como anillo al dedo a Donald Trump para ejercer presión geopolítica sobre ese país.
PC
Gobiernos como el de Gustavo Petro han cuestionado el discurso prohibicionista sobre las drogas. ¿Están avanzando las posturas críticas contra la prohibición en América Latina?
EC
Hace dos años había más esperanzas de cambio. Petro llegó al poder en 2022 con una promesa de cambio, un escenario muy alentador. Ahora creo que la ventana de oportunidad para una verdadera reforma de la política de drogas se ha cerrado. Asistí a la Conferencia Latinoamericana y Caribeña sobre Políticas de Drogas en septiembre de 2023, donde hablaron todos los ministros de Relaciones Exteriores de América Latina. Solo dos de ellos se mostraron vehementes en su postura de regular todas las drogas: los representantes de Chile y Uruguay.
En Colombia tenemos varios documentos. El Acuerdo de Paz de 2016 [con la guerrilla de las FARC] menciona la sustitución de cultivos y las políticas transformadoras de consumo de drogas. Eso no se cumplió. En 2020, el Congreso de los Estados Unidos presentó la «política holística» [una directriz para la política de drogas en América Latina]. Petro la relanzó en 2022, reivindicándola como propia: desarrollo alternativo [de cultivos para sustituir la coca] y sustitución [por cultivos legales].
Es el mismo paradigma. Estamos en niveles récord de producción de cocaína, hectáreas récord [de cultivos de coca] e incautaciones también récord. En otras palabras, el resultado sigue siendo el mismo. Estamos en el mismo lugar en el que estábamos con el expresidente Juan Manuel Santos (2010-2018). Si Petro realmente quiere una nueva política de drogas, debe romper con Estados Unidos. ¿Y qué mejor momento que ahora, con Trump, que dice que no enviará más fondos de USAID?
PC
La prohibición de las drogas está consagrada en la legislación de la ONU, y la gran mayoría de los países la aplican, incluidos rivales de Estados Unidos como Rusia y China. ¿Cómo explicas la persistencia del paradigma prohibicionista, a pesar de su fracaso en reducir la producción o el consumo de drogas?
EC
Rusia y China siempre han tenido sus propias posturas morales sobre el consumo de sustancias. Pero en 2023 se rompió el consenso [prohibicionista] de Viena y se introdujo la regulación de la reducción de daños [en el marco jurídico internacional]. Colombia impulsó esta medida. La crisis del fentanilo en Estados Unidos también influyó: bajo el mandato de Biden, el gobierno estadounidense necesitaba aplicar políticas más estrictas de reducción de daños.
Además, el entonces secretario de Estado Anthony Blinken estaba en la Comisión de Estupefacientes de la ONU, negociando para que China impusiera controles sobre los precursores químicos enviados a México para la producción de fentanilo.
PC
¿Cómo se relaciona la transición multipolar que mencionaste con la prohibición de las drogas?
EC
Hace unos cuatro o cinco años, William Brownfield, exembajador de Estados Unidos en Colombia, dijo que la cocaína era su cuarta o quinta preocupación en términos de drogas, que no les preocupaba. Pero eso cambió debido al momento geopolítico de rivalidad entre las grandes potencias.
Y es que una de las principales formas en que Estados Unidos mantiene el control sobre América Latina es sosteniendo el aparato militar antidrogas, continuando con el entrenamiento policial y conservando el acceso de inteligencia a las fuerzas policiales de la región. Todo el aparato militar-industrial se sostiene gracias a la prohibición. Más que la cocaína, lo que le importa a Estados Unidos es mantener un aparato militar en América Latina.
PC
¿Y qué papel desempeña Europa? ¿Sigue la línea prohibicionista estadounidense o adopta una postura más abierta?
EC
Si bien los fascistas de extrema derecha no han logrado imponerse en las últimas elecciones europeas, sí se observa un desplazamiento progresivo de los partidos centristas hacia la derecha, giro que complica la política antidrogas. Alemania, por ejemplo, legalizó la marihuana hace un año, pero ahora se debate la posibilidad de restablecer la prohibición.
Algo importante está sucediendo en Europa: se está construyendo una narrativa antidroga en torno a la amenaza de la delincuencia. De repente, existe una amenaza de narcotráfico: incautaciones en Róterdam y Amberes y asesinatos por todas partes. Últimamente me han invitado a varios eventos sobre este tema. Lo que está ocurriendo aquí son dos cosas. En primer lugar, a los expertos en violencia y delincuencia les encantan estos escenarios porque les proporcionan trabajo, proyectos de investigación, etc. En segundo lugar, hay una presión para aumentar los presupuestos militares. De repente, Alemania triplica su presupuesto de defensa cuando antes ni siquiera había suficiente para educación. Necesitan este escenario para mover presupuestos y recortar los derechos de los ciudadanos.
PC
Pero ¿el mercado de las drogas realmente está creciendo?
EC
Las incautaciones de cocaína han alcanzado niveles récord cada año desde 2014, por lo que es ahí donde debemos situar la mirada. Las políticas de incautación impulsan el aumento de la producción como mecanismo de compensación. Las incautaciones han aumentado un 200% y la producción, un 144%. Es un ciclo que se reproduce y se refuerza a sí mismo, aunque resulta complejo tener absoluta seguridad de las cifras de incremento, porque es como medir un fantasma.
PC
¿Qué impacto tiene la prohibición sobre el campesinado latinoamericano?
EC
La falta de regulación fomenta la regulación armada: mercado de armas, aumento de los ejércitos privados, disputas por el control de la mano de obra y de las materias primas. También fomenta la interferencia de ejércitos y agencias extranjeras en nuestro continente, como el Comando Sur de los Estados Unidos en Ecuador o el despliegue estratégico de la Administración para el Control de Drogas en Colombia, Perú y Ecuador.
Estados Unidos tiene interés en controlar el mercado. Pero en medio de una transición geopolítica multipolar, también tiene interés en asegurar posiciones en ecosistemas estratégicos como el Amazonas, que incluye a Ecuador, Perú, Brasil y Colombia.
PC
¿Cómo se relacionan el narcotráfico y el auge de líderes de extrema derecha como Nayib Bukele en El Salvador o Daniel Noboa en Ecuador?
EC
Más que el narcotráfico, las estrategias que consolidan estas nuevas formaciones de derecha en América Latina son el prohibicionismo y la política de contrainsurgencia. En el caso de Bukele, representa la última etapa de un avance estadounidense en Centroamérica que comenzó con el golpe de Estado contra el general [Omar] Torrijos, la desmovilización de los grupos guerrilleros y el caos provocado por la expansión de las bandas, muchas de las cuales se crearon en las cárceles estadounidenses.
Con Noboa, el efecto es similar. Se produce en el proceso de reconfiguración del mercado de la cocaína, objetivo central de las agencias de inteligencia estadounidenses, que cambió tras la reincorporación de las FARC-EP y la captura de Joaquín «El Chapo» Guzmán en México. La creación de caos en este mercado mediante el control de las prisiones y la expansión del discurso de seguridad-inseguridad permitió a Ecuador apuntalar al enemigo interno del narcotráfico y facilitó la firma de acuerdos con el aparato militar y de inteligencia estadounidense para reforzar su influencia en el país.
PC
En América Latina, la producción de drogas suele ser culpada de la destrucción del medio ambiente. ¿En qué medida contribuye la producción de hoja de coca a la deforestación del Amazonas?
EC
Existe el mito de que la coca y los cultivos ilícitos se expanden para deforestar. La verdad es que, en Colombia —que produce entre el 60% y el 70% de la cocaína mundial—, solo existe un punto crítico de deforestación que pueda relacionarse con los cultivos de coca, en la región de Putumayo. El resto está dominado por la ganadería y la apropiación de tierras a gran escala con fines especulativos. La tierra se está convirtiendo en pastos para el ganado, no en campos de coca.
Colombia tiene 230.000 hectáreas de coca, muy poco en comparación con la superficie total de la Amazonía. Pero se ha establecido la narrativa de que los cultivos ilícitos están deforestando la selva, y que es por eso que debemos prohibirlos. En mi opinión, lo que debemos hacer es regularlos.
En 2021 se produjeron dos mil toneladas de cocaína y se incautaron mil cuatrocientas. Eso significa que solo seiscientas toneladas llegaron realmente al mercado. Si fuera legal, se producirían esas seiscientas toneladas con mano de obra y tierra para seiscientas toneladas, un tercio del uso actual de la tierra. En Colombia no produciríamos en 230.000 hectáreas, sino en un tercio de esa superficie. La política actual es perversa, porque el aumento de las incautaciones conduce directamente a un aumento de la producción.
PC
Hablemos de la regulación de las drogas. ¿Cómo funciona el mercado en los países en los que se ha legalizado la marihuana? ¿Es un modelo válido para legalizar la cocaína u otras drogas?
EC
En Estados Unidos, el consumo de marihuana por parte de adultos se ha legalizado en veintiocho jurisdicciones, y en América Latina y Europa se ha hecho en Uruguay, Portugal, Malta, Luxemburgo y Alemania. Los diferentes modelos forman un abanico que abarca desde dar prioridad al sector privado hasta dar prioridad al Estado.
Lo que tenemos que hacer, desde los movimientos de izquierda, es idear salvaguardias para que los mercados de drogas antes ilegales no acaben siendo absorbidos por las grandes corporaciones y las empresas farmacéuticas.
PC
Dices que la sustitución de los cultivos de coca no ha funcionado en Colombia. ¿Cuál es la alternativa a la actual ilegalización de la cocaína? ¿Un mercado libre legal?
EC
La cocaína tiene millones de consumidores que no desaparecerán de la noche a la mañana. Debemos descartar la idea de que, de repente, nadie volverá a esnifar una raya de cocaína. El desafío pasa por cómo garantizar que esa raya sea justa para los productores y menos violenta. Las economías de la cocaína funcionan con un modelo de acumulación de capital que genera enormes beneficios porque es ilegal. Al prohibirla, el Estado hace que el mercado se vuelva mucho más atractivo para los actores ilícitos.
La preocupación central en el mercado de la cocaína es la producción, no el consumo. Es decir, es una sustancia que podríamos decir que está domesticada; actualmente no hay una crisis de sobredosis ni brotes de enfermedades asociadas a gran escala como ocurre con los opioides, concretamente con el fentanilo. [En Estados Unidos, alrededor de cuatro de cada cinco muertes por sobredosis relacionadas con la cocaína también implican opioides como el fentanilo].
Esto significa que, para el mundo, la cocaína no es un problema de salud pública, sino de violencia asociada. Por lo tanto, la primera pregunta es cómo eliminar la violencia.
PC
¿Cómo sería un mercado legal de cocaína?
EC
El gran reto es diseñar un modo de regulación que desmantele este modelo de acumulación, ponga fin a la prohibición y cree normas para una producción y un comercio justos y seguros. Los distritos de producción estarían principalmente en manos de quienes han sido explotados por este mercado y han sido víctimas de las políticas antidroga —campesinos, pueblos indígenas y comunidades afrodescendientes—, lo que garantizaría que la cadena de valor añadido permaneciera principalmente en sus manos.
Y en Estados Unidos, con un Estado de bienestar gravemente deteriorado, este mercado podría cederse a sus homólogos en el extremo del consumo, también víctimas de la violencia. Los beneficios del comercio en Estados Unidos deberían destinarse a este sector. De esta manera, se saldarían las deudas históricas con las víctimas del prohibicionismo: productores y consumidores.
Imaginemos cooperativas agrícolas que producen cocaína. En este momento, los campesinos son explotados porque venden pasta de coca [la base necesaria para producir cocaína]. ¿Qué pasaría si la producción de cocaína estuviera a cargo de los campesinos? Podríamos crear distritos agroindustriales en zonas ya deforestadas como cooperativas. La gente podría vivir de eso y dejar de depender de la ayuda internacional.
Estefanía Ciro, Especialista en políticas de drogas y directora del think tank ALaOrillaDelRío.
Deja un comentario