Gaceta Crítica

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El veredicto final del Tribunal de Gaza declara genocidio las acciones de Israel y llama a la acción global.

Romana Rubeo (THE PALESTINE CHRONICLE), 27 de Octubre de 2025

El profesor Richard Falk anuncia el veredicto final del Tribunal de Gaza en Estambul. (Foto: captura de video)

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La sentencia final del Tribunal de Gaza califica de genocidio la conducta de Israel en Gaza, condena la inacción global y afirma el deber de la sociedad civil de actuar cuando los Estados han fracasado.

El Tribunal Popular de Gaza, una iniciativa de la sociedad civil internacional compuesta por juristas, académicos y defensores de los derechos humanos, ha concluido que Israel está cometiendo genocidio contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza.

El anuncio se produjo el domingo en la Universidad de Estambul, donde el Tribunal emitió su declaración final y su juicio moral tras cuatro días de audiencias públicas. El proceso marcó la culminación de un año de duración, que comenzó en Londres en noviembre de 2024 y continuó en Sarajevo a principios de este año.

El panel estuvo presidido por la profesora Christine Chinkin, experta en derecho internacional, y presidido por el profesor Richard Falk, ex Relator Especial de la ONU sobre los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos. Los jurados, provenientes de diversos continentes, analizaron los testimonios de testigos, juristas y sobrevivientes.

Según el panel, la evidencia presentada en estas sesiones demuestra un “patrón coherente y consistente de violencia exterminadora” contra la población civil de Gaza, llevada a cabo mediante la destrucción deliberada de vidas, infraestructura e identidad cultural.

The Palestine Chronicle ha publicado la versión completa del veredicto final  , transcrito del vídeo publicado en el canal oficial del Tribunal de Gaza en YouTube.

Un Tribunal de Conciencia

En su declaración final, el jurado afirmó que no hablaba con la autoridad de los Estados, sino como testigos morales ante la inacción internacional. Guiados por la conciencia e informados por el derecho internacional, los jurados declararon que «cuando el poder silencia la ley, la conciencia debe ser el tribunal supremo».

Describieron la iniciativa como una respuesta de la sociedad civil ante la continua incapacidad de la comunidad internacional para exigir responsabilidades a Israel. «El genocidio en Gaza es una preocupación de toda la humanidad», dijeron. «Cuando los Estados guardan silencio, la sociedad civil debe alzar la voz».

El Tribunal destacó que había reunido una amplia documentación (relatos de testigos presenciales, análisis de expertos y documentos legales) que ahora forman un archivo permanente de la verdad de lo que describió como “el genocidio contra el pueblo palestino”.

Más allá de la narrativa humanitaria

Los jurados expresaron su solidaridad con los actos globales de protesta y resistencia civil, incluidas manifestaciones, campamentos, flotillas y huelgas, describiendo estos esfuerzos como expresiones de conciencia en un mundo donde las instituciones han fallado.

Rechazaron la presentación de la destrucción de Gaza como un mero desastre humanitario, calificándola en cambio de “la comisión deliberada de los más graves crímenes impuestos con las más atroces consecuencias”.

A lo largo de las audiencias, el panel escuchó testimonios no solo sobre los crímenes de Israel y la complicidad de otros Estados, sino también sobre la valiente resistencia y resiliencia de los palestinos y de la sociedad civil global. El Tribunal afirmó que dicha firmeza —ya sea manifestada en la supervivencia, la solidaridad comunitaria o la organización política— sigue siendo fundamental para la lucha palestina contra el genocidio y el despojo.

Crímenes de genocidio

El Tribunal concluyó que las acciones de Israel en Gaza constituyen un genocidio continuo que no comenzó en octubre de 2023 ni terminará con el alto el fuego. Advirtió que las muertes y los graves daños físicos continuarán y que el trauma de la población superviviente se transmitirá de generación en generación.

El jurado identificó una serie de crímenes específicos que configuran la estructura del genocidio. Entre ellos se encuentran:

Hambruna y hambruna mediante la privación deliberada de alimentos y la destrucción sistemática del sistema alimentario de Gaza;

Domicilio, o aniquilación de hogares, comunidades y memoria cultural, que conduce a la desintegración de la sociedad;

Ecocidio, definido como la ruina de la tierra, el aire y el agua, y la destrucción del medio ambiente y la capacidad agrícola de Gaza;

El ataque sistemático al sistema de atención sanitaria (hospitales, clínicas y personal), descrito como una agresión que dura décadas y ahora es casi total;

Reprocidio, la focalización de la atención reproductiva y la prevención de nacimientos con el fin de eliminar a las generaciones futuras;

Escolasticidio, la destrucción del conocimiento a través del asesinato y desplazamiento de estudiantes y profesores y la destrucción de escuelas y universidades;

Ataques a periodistas que documentan la guerra;

Tortura, violencia sexual, desapariciones y violencia de género en detención y desplazamiento;

Y el politicidio, el asesinato y secuestro de líderes políticos, culturales y cívicos.

Según la declaración, estos actos en conjunto revelan “un patrón coherente y constante de violencia exterminadora” que abarca hogares, hospitales, escuelas, instituciones culturales y ecosistemas naturales. “La instrumentalización del hambre, la negación de atención médica y el desplazamiento forzado”, afirma, “no son daños colaterales de la guerra. Son instrumentos de castigo colectivo y de genocidio”.

Complicidad y fracaso global

El Tribunal concluyó que los gobiernos occidentales, en particular Estados Unidos, no solo son cómplices, sino que, en algunos casos, participan activamente en el genocidio al proporcionar armas, inteligencia y cobertura diplomática. Dichas acciones, afirmó, constituyen un incumplimiento del deber legal de prevenir el genocidio y de cooperar para poner fin a las violaciones del derecho internacional.

El jurado también destacó el papel de los actores no estatales, señalando a medios de comunicación, organismos académicos, corporaciones globales y empresas tecnológicas como participantes en el apoyo a la campaña israelí. La información sesgada de los medios occidentales, afirmó, se ajusta a los intereses políticos y económicos de las élites gobernantes. Las universidades, mediante inversiones y silencio institucional, contribuyen a la normalización, mientras que el personal y los estudiantes que defienden a Palestina son castigados.

Las corporaciones e instituciones financieras mantienen las cadenas de suministro del genocidio mediante la producción de armas, la banca, la logística y la infraestructura digital. El Tribunal describió el sector tecnológico como el que proporciona la potencia informática para el genocidio, permitiendo la vigilancia, la selección de objetivos y el control de la información.

Estos sistemas entrelazados, concluyó el jurado, forman lo que llamó “la economía política del genocidio: la forma más alta de hiperimperialismo del siglo XXI”.

La declaración condenó la parálisis del sistema internacional, en particular del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, cuya estructura de veto, según afirmó, ha «abdicado de su responsabilidad fundamental de preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra». Sin embargo, el jurado elogió la labor de los procedimientos especiales del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, incluida la Comisión de Investigación y la Relatora Especial sobre los Territorios Palestinos Ocupados, Francesca Albanese, por afirmar la realidad del genocidio a pesar de la presión política.

Causas fundamentales y contexto

Según el Tribunal, el genocidio en Gaza no puede entenderse al margen del contexto más amplio de un proyecto colonial de asentamiento que ya dura un siglo. El jurado lo describió como «la última etapa de un sistema arraigado en la ideología del sionismo: un proyecto racista y supremacista cuyo objetivo es despojar y exterminar al pueblo palestino, apoyado por una estructura de poder neocolonial liderada por Estados Unidos y sus aliados».

El Tribunal señaló que el genocidio se está llevando a cabo en un territorio cerrado contra una población cautiva mediante tecnología avanzada y vigilancia en tiempo real. A pesar de los intentos de Israel de suprimir la documentación, los crímenes son «muy visibles en tiempo real».

También observó que los procesos judiciales internacionales, como los iniciados por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia y las investigaciones de la Corte Penal Internacional, se han enfrentado con desafío e impunidad. En lugar de sancionar a Israel, Estados Unidos ha atacado al personal de la CPI y a las ONG que la asisten, socavando aún más el Estado de derecho.

Derecho a la resistencia y a la autodeterminación

El Tribunal de Gaza reafirmó el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación y a elegir las herramientas de resistencia contra la ocupación y la dominación colonial. Este derecho, afirmó, está consagrado en el derecho internacional y es fundamental para cualquier solución política justa.

Exigió la firmeza y el no desplazamiento palestino, e instó a la creación de un orden político único basado en los derechos, cimentado en la igualdad, la descolonización, la restitución y el derecho al retorno. «La lucha es contra el sionismo como empresa racista, supremacista y colonialista», concluyó la declaración, «no contra los judíos ni el judaísmo».

Recomendaciones

En su sección final, el Tribunal emitió un conjunto completo de recomendaciones a la comunidad internacional.

Exigió que todos los responsables del genocidio —políticos, militares, económicos e ideológicos— rindan cuentas plenamente por todos los medios legales y con todo el rigor del derecho internacional. La rendición de cuentas, afirmó, debe incluir a quienes facilitan o apoyan los crímenes mediante transferencias de armas, protección diplomática o colaboración económica.

El Tribunal instó a que se suspenda a Israel de las organizaciones e instituciones internacionales, en particular de las Naciones Unidas y sus filiales, hasta que cumpla con sus obligaciones internacionales y ponga fin a las violaciones en curso en Gaza.

También pidió a la Asamblea General de las Naciones Unidas que invocara la Resolución 377, el mecanismo de Unión por la Paz, para ordenar medidas colectivas para la protección de los palestinos, incluido el establecimiento de una fuerza de protección internacional en Gaza y Cisjordania.

Por último, el jurado hizo un llamamiento a una acción global coordinada para desmantelar las estructuras de impunidad que perpetúan el genocidio y desafiar los sistemas políticos y económicos que lo posibilitan.

La declaración concluyó con una advertencia que se ha repetido durante todo el año de audiencias del Tribunal: “El silencio no es neutral; el silencio es complicidad; la neutralidad es rendición al mal”.

Romana Rubeo es escritora italiana y editora jefe de The Palestine Chronicle. Sus artículos han aparecido en numerosos periódicos digitales y revistas académicas. Tiene una maestría en Lenguas y Literaturas Extranjeras y se especializa en traducción audiovisual y periodística.

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