Rosa Miriam Elizalde (LA JORNADA), 25 de Octubre de 2025

Marco Rubio ha desatado una agresiva campaña de falsedades e intimidación para conseguir votos contra Cuba en la Asamblea General de las Naciones Unidas. A una semana de la votación anual sobre el bloqueo a Cuba, el Secretario de Estado ha lanzado una ofensiva diplomática para intentar inclinar la balanza: no tanto para sumar votos negativos, sino para transformar los votos afirmativos en abstenciones o ausencias.
Un cable del Departamento de Estado, filtrado a Reuters y fechado el 2 de octubre, revela la estrategia: vincular la resolución sobre el bloqueo a la guerra en Ucrania y presentar a Cuba como una amenaza a la paz regional.
El documento, distribuido a decenas de embajadas, instruye a los diplomáticos estadounidenses a presionar a los gobiernos para que se opongan a la resolución, basándose en la acusación de que entre 1.000 y 5.000 cubanos combaten junto a las fuerzas rusas. «Después de Corea del Norte, Cuba sería el mayor contribuyente de combatientes extranjeros», afirma el texto.
El objetivo es explícito: reducir significativamente el número de votos afirmativos en la ONU; los votos negativos son «preferibles», pero la abstención o la no participación también cumplen ese propósito. En declaraciones a la prensa el miércoles en La Habana, el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, mostró una copia facsímil del documento del Departamento de Estado y afirmó que congresistas de origen cubano habían enviado cartas adicionales en las que, en tono amenazante, condicionaban el voto a otros aspectos de la relación bilateral. Estos son gestos inequívocos de matones de barrio.
La ofensiva se produce en un contexto de sanciones más severas tras el regreso de Trump a la Casa Blanca, que no tolera que el año pasado la resolución fuera aprobada por 187 votos a favor, con Estados Unidos e Israel en contra y Moldavia absteniéndose. Este precedente pone de relieve la naturaleza contracorriente de la maniobra actual.
La respuesta de La Habana ha sido categórica: Cuba no participa en el conflicto armado en Ucrania ni con personal militar, ni allí ni en ningún otro país. El Ministerio de Relaciones Exteriores ha publicado detalles de los procesos penales por actividades mercenarias relacionadas con este frente: nueve casos (2023-2025) contra 40 acusados; ocho juicios y cinco condenas que involucran a 26 personas, con penas que oscilan entre cinco y 14 años; tres casos pendientes de sentencia y otro en curso. El Ministerio de Relaciones Exteriores mantiene una política de tolerancia cero contra las actividades mercenarias, el tráfico de personas y la participación de ciudadanos nacionales en conflictos en el extranjero.
Mientras tanto, el Caribe se militariza bajo el pretexto de la «guerra contra las drogas». Washington ejecuta extrajudicialmente a tripulantes de buques, refuerza su presencia naval y pone a prueba reglas de enfrentamiento que intensifican el uso de la fuerza. La campaña para chantajear a los gobiernos para que rechacen la resolución cubana no es un capítulo aparte, sino la fachada narrativa de esta escalada, que además se aprovecha oportunistamente de una operación diplomática para desviar la atención del profundo sufrimiento causado por el bloqueo al pueblo cubano.
Confirmado como Secretario de Estado en enero, Marco Rubio ha situado a Cuba en el centro de su agenda hemisférica. Entre sus medidas se encuentra el uso reiterado de restricciones de visas contra funcionarios extranjeros, a quienes acusa de participar en el supuesto «plan de exportación de mano de obra coercitiva» de las misiones médicas cubanas. Rubio ha hecho todo lo posible por criminalizar uno de los programas de cooperación más reconocidos de la isla.
El Secretario de Estado también ha amplificado narrativas controvertidas del pasado —como hipótesis sobre las causas externas del llamado “síndrome de La Habana”— que la comunidad de inteligencia estadounidense considera “altamente improbables” tras las evaluaciones interinstitucionales de 2023 y 2025. El contraste entre esa evidencia y la retórica política ilustra el método: llenar el clima mediático con acusaciones falaces sobre seguridad nacional para debilitar el apoyo a la resolución.
Pero la aritmética histórica es terca. Desde 1992, la Asamblea General ha aprobado por abrumadora mayoría los llamamientos para poner fin al bloqueo, y en 2024, el resultado fue de 187-2-1.
Con ese precedente, el escenario más probable es que la resolución vuelva a aprobarse por una mayoría muy amplia, incluso si Washington logra reunir algunas abstenciones o ausencias.
Si la historia sirve de guía, el pronunciamiento abrumador de la Asamblea se repetirá una vez más.
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