Samuel Martínez (PÚBLICO). Entrevista Oskar Matute (EH BILDU), 11 de Octubre de 2025

Oskar Matute (Barakaldo, 1972) conoce muy bien la tribuna del Congreso. Es diputado por EH Bildu desde 2016 y, tal y como él mismo comenta fuera de cámara, esta legislatura le está tocando salir mucho a hablar. Vivienda, Palestina, derechos laborales… Todos ellos son campos que domina y que están siendo de capital importancia en esta legislatura. Hablar claro y a la gente. Así lo demuestra y lo reivindica en esta entrevista para Público.
De esas cuestiones y de otras como el avance de la extrema derecha, la situación política en Euskadi, la relación que mantienen las distintas izquierdas a nivel estatal, la derogación de la ley mordaza o la compleja aprobación de los Presupuestos Generales del Estado habla el portavoz de Alternatiba en una entrevista que se produjo un día después de que el Congreso admitiera a trámite una ley de EH Bildu para que las plataformas no puedan anunciar alquileres turísticos ilegales.

El martes, el Congreso admitió a trámite su proposición de ley para prohibir la publicidad de los pisos turísticos ilegales. Sin embargo, hemos visto otras leyes, como la del alquiler temporal que promovió ERC, que también fueron admitidas, pero que parecen bloqueadas y no terminan de salir. ¿Teme que pueda ocurrir lo mismo con la suya?
No. Y tampoco creo que la de alquileres de temporada y vacacionales, que llevó al Congreso ERC con BNG y EH Bildu, vaya a quedar durmiendo el sueño de los justos. El Gobierno sabe que tiene que ser capaz de demostrar que no solo está en una épica de resistencia frente a la extrema derecha, sino que es capaz de sacar adelante iniciativas. Al margen de Palestina, no creo que haya nada que dispute con la vivienda en el ranking de preocupaciones de la gente.
Yo creo que el Congreso tiene que tiene que servir para eso. De la misma manera que puede estar sirviendo para que Palestina tenga un altavoz y acompañe al liderazgo que en las calles han demostrado tener los movimientos sociales y populares para construir el muro de solidaridad con Gaza y Palestina, tiene que servir para exigir que el derecho a la vivienda sea un derecho objetivo.
Estamos convencidos de que vamos a poder desarrollar tanto la prohibición de la publicidad de pisos turísticos ilegales en plataformas digitales como la ley de los alquileres de temporada, que son los que se están convirtiendo en la vía de fuga de la Ley de Vivienda y provocando que siga siendo altamente difícil poder acceder a un alquiler justo y razonable.
En las reuniones previas a la admisión a trámite de su iniciativa, ¿han visto al Gobierno por la labor de darle prioridad?
Sí. La propia ministra de Vivienda señala cada vez que puede lo importante que es el tema de la vivienda y la voluntad que tienen de hacer muchas cosas… Y nosotros lo que decimos es que hay que pasar de las palabras a los hechos. El Gobierno pasa los días diciendo que va a hacer cosas, pero a la gente (y no solo la gente joven) que quiere buscar una vivienda siguen ofreciéndoles verdaderos agujeros por precios escandalosos. Eso erosiona la credibilidad de este Gobierno y la creencia de que un gobierno de izquierdas o un gobierno progresista es capaz de hacer cosas diferentes a lo que el mercado obliga.
» El Gobierno pasa los días diciendo que va a hacer cosas, pero a la gente que busca vivienda siguen ofreciéndoles agujeros por precios escandalosos «
Nosotros creemos que de eso se da cuenta el Gobierno. Otra cosa luego será que seamos capaces de ponernos de acuerdo en alcance y dimensión. Nos suele pasar siempre. A nosotros nos gusta ir mucho más lejos. Somos muy claros. A nosotros, este modelo económico y social no nos gusta demasiado. Tampoco tenemos ningún problema en señalar que nuestra matriz, nuestro origen, viene del campo de la izquierda, la transformación y la superación del modelo capitalista.
Desde esa lógica siempre vamos más lejos, o queremos ir más lejos, de lo que el Gobierno considera oportuno, pero no vamos a cejar de insistir. De hecho, si uno observa toda la trayectoria de EH Bildu en los últimos años, verá que hay temas que son capitales en los que nunca hemos dejado de percutir o insistir: empleo, dignificación de las condiciones laborales de la gente, vivienda, ampliar derechos y libertades, incluso intentar derogar la ley mordaza… Y esa nos está costando un poco más. Por ahí vamos a seguir trabajando porque creemos que es para lo que nos votaron, en nuestro caso, cientos de miles de vascos y de vascas.
Muchas veces hemos oído en esta legislatura algo así como que “ha de ser la legislatura de la vivienda”. ¿Qué valoración hace de las políticas de vivienda que ha desplegado, por el momento, el Gobierno?
A día de hoy son insuficientes. Y hay que decir más. Está bien señalar que esta es la legislatura de la vivienda, pero hay que ser fieles a la verdad. Un problema tan estructural como el de la vivienda —que se asienta sobre décadas de políticas desde nuestro de vista absolutamente erráticas que hacen de los mercados un bazar donde las grandes fortunas y la gente que tiene más capacidad adquisitiva obtiene posiciones de ventaja, de predominio y de explotación sobre otra gente que necesita una vivienda y un techo donde poder vivir— no se cambia de la noche a la mañana.

Lo que sí debemos es empezar a hacer cosas y, ojo, tampoco vale decir que todo lo que se hace es poco y, como te parece poco, posicionarte en contra para que no se haga. Cualquier pasito es mejor que mantener la situación actual, aunque hay cosas que conviene señalar. Nosotros solemos decir que hay que intervenir en vivienda y lo dice todo el mundo, pero vamos a ser correctos. Intervenir en vivienda se lleva interviniendo desde hace mucho tiempo. El problema es para quién y con qué sentido.
«Se lleva mucho tiempo interviniendo en vivienda; el problema es para quién»
Se ha intervenido en vivienda desde el poder público cuando se regalaban suelos; se ha intervenido en vivienda desde el poder público cuando se rebajaban los porcentajes requeridos de vivienda de protección oficial para que pudiera haber más vivienda libre; se ha intervenido en vivienda cuando se ha puesto alfombra roja, como hace nuestra gran amiga, la presidenta de la Comunidad de Madrid, la señora Díaz Ayuso, diciéndole a BlackRock, en un acto, que en Madrid tienen el terreno que quieran para hacer lo que quieran.
Eso es intervenir también. Lo que pasa es que nosotros queremos hacer una intervención en sentido contrario, que es la que nunca se ha hecho en el Estado español por falta de valentía y por el poder de las grandes constructoras. Me da igual que se llame ACS, Ferrovial o cualquiera de las grandes, que crecieron y se hicieron fuertes con el ladrillo, aunque hayan diversificado su apuesta en otros sectores económicos, y que siguen manteniendo esa capacidad de presión y esa capacidad de torcer la mano a los gobiernos.
Nosotros no tenemos ninguna deuda pendiente con ellos. Es más, seguramente nos situamos en sus antípodas o en el antagonismo respecto a lo que ellos plantean y, además, lo decimos abiertamente y desde la confianza y el respaldo de una parte muy importante de nuestra ciudadanía, que quiere que peleemos por dignificar el acceso a la vivienda, por hacer que el derecho a la vivienda sea para todos y para todas, por apostar por más construcción de vivienda pública (de compra y de alquiler), por movilizar vivienda vacía y por perseguir el fraude inmobiliario que se da por todas partes.
También, en este caso, con una proposición de ley que busca impedir de una vez por todas que las grandes plataformas sigan siendo el escaparate perfecto para listos, que los hay en toda sociedad y que deciden, por no sé qué evento, que pueden sacarle un beneficio espectacular a una vivienda que tienen heredada, o no, a costa de las necesidades de otra gente.
«Hay que demostrar que las políticas que se pueden hacer desde la izquierda no tienen el epicentro en los intereses de los grandes constructores»
Nosotros no vamos a parar de hacerlo. Creo que, con mucha razón, Jaime Palomera decía que el principal factor de desigualdad en el Estado español se da entre quien tiene vivienda y quien no la tiene. Y quien tiene vivienda y quien no la tiene no viene a veces determinado por sus capacidades económicas propias, es decir, por lo que es capaz de ahorrar de lo que gana, sino por lo que hereda. Por tanto, estamos ante el gran problema. Yo ahí puedo coincidir con el Gobierno con que esta tiene que ser la legislatura de la vivienda, pero lo que hay que hacer es que la legislatura de la vivienda en propósito se convierta en acciones y que esas acciones le demuestren a la gente que las políticas que se pueden hacer desde la izquierda no tienen el epicentro en los intereses de los grandes constructores, sino en las necesidades de la gente, entre las que se encuentran que nuestras ciudades no se gentrifiquen, que nuestros mayores no se vean expulsados a las periferias, que los jóvenes puedan encontrar viviendas dignas y asequibles o que no sea una verdadera yincana encontrar un piso. No puede ser.
Estamos ahora mismo en el ecuador de la legislatura. Teniendo en cuenta la aritmética parlamentaria, con partidos como PNV o Junts como parte del bloque de investidura, ¿cuál sería, en términos de vivienda, un buen segundo tramo de la legislatura para EH Bildu?
Has señalado dos formaciones políticas que no se sitúan en el espectro de la izquierda, ni siquiera en el del centro izquierda, aunque a veces en campaña quieran quieran pillar algo por ahí. PNV y Junts. Nosotros al PNV le hemos obligado a hacer políticas de vivienda aunque seguramente no coinciden con esa voluntad de intervenir en el mercado para limitar los beneficios de los grandes constructores y destinar el dinero público a favorecer el acceso a la vivienda de más gente manteniendo la propiedad de la vivienda en lo público.
Le hemos obligado a la catalogación permanente de las viviendas públicas, es decir, que cuando el poder público pone dinero para construir un bloque de viviendas, ese bloque de viviendas, que ha salido más barato para la gente porque se ha puesto dinero público de todos y todas, no pierda nunca la calificación de permanente. En otras palabras, que no se permita que quien tenga la suerte de comprar esa vivienda, a los 20 años pueda tener la tentación de pegar un pelotazo vendiéndolo por el triple de lo que le ha costado.
Nosotros hemos conseguido la Ley de Vivienda de 2015, con el vot en contra del PNV, pero de la que ahora hace gala en el Congreso de los Diputados diciendo que en Euskadi hacemos un montón de cosas y que estamos a la cabeza y que ya tenemos la ley… Pues, bien, esa ley la votó en contra el PNV y nosotros la votamos a favor. Es una ley que dice, por ejemplo, que podemos expropiar a los fondos buitre o de inversión que mantengan viviendas cerradas durante más de dos años.
Quiero decir que se pueden hacer muchas cosas en materia de vivienda y podemos obligar a esos partidos a que hagan muchas cosas. Yo no sé Junts, pero el PNV es un partido que, por lo menos, olfato para entender por dónde va el cauce central de su sociedad tiene.
Entienden que la preocupación de la vivienda es determinante.
Si entienden que la preocupación de la vivienda les puede pasar por encima, seguramente acabarán aceptando cosas que, a priori y ubicándonos en el esquema tradicional de izquierda a derecha, podrían no querer aceptar. Pero la realidad se impone. Esto no va de que la voluntad de la izquierda sea que los ricos sean menos ricos, sino que lo que no queremos es que la gente sea pobre. Entonces, si para conseguir esa igualdad efectiva y real tenemos que limitar los márgenes de ganancia de algunos, lo vamos a hacer y tendríamos que demostrar que queremos hacerlo.

Le pregunto ahora por el embargo de armas. Esta semana se ha convalidado el decreto en el Congreso. Ustedes han dicho que no les parece suficiente y es una crítica generalizada de las izquierdas. ¿Por qué?¿Ven al Gobierno por la labor para que se terminen introduciendo cambios?
Yo creo que va a tener efecto. En un terreno como este, con la sensibilidad social que despierta Palestina, que ahora mismo, gracias a Dios o a quien sea, está a flor de piel en millones de personas, tenemos que ser fieles a la verdad. A veces en política se sobreactúa, se exagera. Nosotros ya sabemos que este embargo contiene elementos que no nos gustan. Por ejemplo, el de las cláusulas de excepcionalidad, que creemos que no tienen que existir y así se lo he dicho al ministro Albares. Si por EH Bildu fuera (y creo que por la mayoría de la sociedad vasca), nosotros estaríamos en disposición de que a Israel se le aplicara un régimen de bloqueo y de sanciones equiparable como mínimo al que se le aplicó a Sudáfrica en la época del apartheid. Esa es nuestra posición y es una posición que encaja perfectamente con una sociedad como la nuestra, la vasca, que ha demostrado que está en pie y que se moviliza por defender la humanidad y, en este caso, para denunciar el genocidio que se está perpetrando en Gaza.
Por lo tanto, lo que se está haciendo no es un descalabro o un despropósito por no llegar hasta donde uno quiere. Uno puede decir [al Gobierno]: «Mira, cuesta llevarte a las posiciones que hay que mantener y nos cuesta más tiempo el que nos gustaría, pero vamos avanzando».
«A Israel se le debe imponer un bloqueo como el de Sudáfrica durante el apartheid»
Esa es nuestra lógica y creemos que es una lógica que además compartimos con los movimientos sociales como Rescop y toda la gente que ha señalado que [el decreto del embargo de armas] no va todo lo lejos que nos gustaría. Ellos querían que saliera adelante porque la alternativa a que esto no saliese era estar como estábamos y seguir lamentándonos. Si no hubiera salido, hubiera servido para el juego político como arma arrojadiza, pero lo triste y lo lamentable es que el Estado español no estaría haciendo más de lo que está haciendo para frenar esa barbarie y el genocidio en Gaza.
Nosotros lo dijimos desde el primer minuto y no solemos ser gente de difícil previsión. Si decimos que vamos a hacer algo, lo hacemos. Solemos decir mucho en campaña que decimos lo que hacemos y hacemos lo que decimos. Nosotros señalamos con los movimientos sociales vascos, Gernika Palestina y el resto de asociaciones que están moviéndose en Euska Herria que íbamos a apoyar este decreto sabiendo las carencias que tenía y peleando para que esas carencias se puedan resolver porque sabemos que tener este embargo nos pone en una mejor situación para intentar contribuir a parar el genocidio en Gaza que no tener nada.
Y ese va a ser nuestro camino siempre, pero sin escatimar tampoco en la sinceridad en nuestro planteamiento. Nosotros llevamos décadas, y ahora hablo en nombre de la izquierda soberanista independentista vasca, manifestando un hilo de solidaridad permanente con el pueblo palestino, su lucha y su exigencia de tener un Estado soberano independiente. Por lo tanto, no vamos a cesar nunca en esa pretensión.
¿Cuál es la postura de EH Bildu en cuanto al acuerdo de paz que ha diseñado Donald Trump?
Primero habrá que ver en qué se sustancia. Yo creo que Trump se ha especializado no sé si en toda su vida, pero, desde luego, en los últimos meses, en lanzar continuamente grandes anuncios. Parece que está más preocupado en obtener el Nobel de la Paz (y en este mundo loco ya cualquier cosa es posible), que en conseguir efectos prácticos. Creo que ha vendido la paz en Ucrania ya en más de una ocasión y, por desgracia, la cosa sigue como sigue. *La entrevista se realizó un día antes de que se constatara que Trump no ganó el Nobel de la Paz. Lo hizo María Corina Machado.
Somos escépticos, pero, desde luego, nosotros lo que no vamos a hacer es interpretar la voluntad del pueblo palestino. Nosotros podemos tener una percepción muy clara de lo que creemos que se tendría que hacer, pero no vamos a interferir en una decisión que les corresponde como la nación soberana que tendría que ser el pueblo palestino desde hace ya décadas, si no siglos. Lo que haremos será acompañar al pueblo palestino en su decisión.
«Nosotros lo que no vamos a hacer es interpretar la voluntad del pueblo palestino»
También ha prosperado esta semana, finalmente, la Ley de Movilidad Sostenible, aunque Podemos estuvo amenazando con tumbarla hasta el último momento, como también hizo con el propio embargo de armas. ¿Qué lectura hace de esa actitud por parte de los morados?
Lo primero quiero decir es que voy a hablar desde el respeto. Y no es una frase hecha para luego arremeter contra nadie. Desde el respeto a Podemos, porque seguramente nos unen o estamos de acuerdo en muchas cosas, aunque evidentemente no compartimos ni modelo de Estado ni visión en algunos campos, nosotros queremos creer que esa lógica de confrontación que se vive en la izquierda en el Estado español obedece a un contexto, que es propio del del Estado español.
En Euskal Herria no estamos en eso. Nosotros llevamos ya una andadura de más de una década desde que reconstruimos (o construimos) EH Bildu para reunir a toda la izquierda soberanista independista vasca y siempre hemos tenido muy claro que nuestros enemigos estaban fuera no ya de EH Bildu, sino del campo de la izquierda y que no nos íbamos a equivocar de trinchera ni de enemigo.
«En la izquierda española hay un defecto por intentar enseñar a todo el mundo lo que tiene que hacer»
Con esa lógica operamos. A nosotros nos ha ido bien y nos va bien. Y es cierto que vemos que en el Estado no se sigue esa lógica. Pero tampoco me atrevería yo a decirles que tengan que cambiar de actitud porque probablemente sería muy frívolo, aunque sí hay algo que a veces cuesta entender en la izquierda española, y quizá este sea el único elemento de crítica que vierto en la respuesta, que es que hay un defecto por intentar enseñar a todo el mundo lo que tiene que hacer. A mí no me gusta que me digan lo que hay que hacer en Euskal Herria porque nosotros somos frutos e hijos de nuestras derrotas, de nuestros aciertos y de nuestras equivocaciones, pero somos nosotros y nosotras.
No creo que haya gente que, desde fuera, pueda enseñarme no ya a mí, sino a los miles de militantes que tiene EH Bildu diseminados a lo largo y ancho de la geografía de Euskal Herria y en todo movimiento social que existe, cómo hay que hacer las cosas. Yo no me voy a atrever a hacer lo mismo que a veces creo que ellos hacen. No voy a decir cómo tendría que ser su comportamiento en el Congreso o cómo tendría que comportarse para con otras izquierdas. Eso es un debate que ellos tienen, sus posiciones son legítimas y, en cualquier caso, ojalá el resultado, sea cual fuere la línea de intervención que se dé o se mantenga, sea que la izquierda del Estado español pueda tener una fortaleza con la que la fortaleza ya constatada de la izquierda vasca pueda interlocutar y pueda generar sinergias de colaboración y de trabajo conjunto. Creo que probablemente no nos una el sentimiento de pertenecer a la misma nación, pero estoy convencido que sabemos que pertenecemos a la misma clase.

¿En este momento cuál es la relación entre ustedes y Podemos?
Yo creo que cordial, pero también soy sincero: con ellos y con muchos otros grupos. Nosotros aquí venimos, y lo decimos abiertamente, a defender los intereses de nuestro pueblo, del pueblo vasco, y a defender a nuestras clases populares y a la clase trabajadora vasca. Y somos conscientes de que cuando hacemos eso contribuimos y ayudamos a la clase trabajadora del Estado español porque estamos cobijados bajo el mismo marco jurídico-político, que es la arquitectura del Estado español.
Desde esa relación o desde esa óptica, que es la que tiene EH Bildu, nosotros intentamos tener buenas relaciones con todas las formaciones que se manejan en el ámbito de la izquierda y que nos respetan como interlocutor político, que no es el caso de todas las formaciones políticas del Congreso. Lo que pasa es que tampoco diría que hay canales preferentes ni nada por el estilo.
A lo largo del mes de septiembre o finales de agosto, nuestra dirección, con Arnaldo Otegi a la cabeza, se ha reunido con todas las organizaciones de izquierda del Estado. Y si no han sido todas, quedará alguna, pero creo que han sido cerca de una decena de organizaciones con las que ha tenido reunión Arnaldo Otegi. Y creo que lo que les ha trasladado a todas esas direcciones es más o menos lo que estoy trasladando aquí. Nosotros venimos de una cultura política muy asentada en la movilización, en la lucha y también en el estudio y en el análisis de la sociedad en la que vivimos y seguramente tenemos muy inoculado esto de la táctica y la estrategia.
«Lo táctico es lo urgente, pero lo importante es lo estratégico»
Nosotros siempre les señalamos que para nosotros lo táctico es lo urgente, lo inmediato, pero que lo importante es lo estratégico. Entonces, lo táctico y urgente ahora mismo es que la extrema derecha no alcance el poder en ninguna de sus formas porque sabemos que eso se va a llevar por delante todas nuestras libertades y todos nuestros espacios de posibilidad de mover la sociedad hacia parámetros de más justicia, más dignidad y más igualdad. Y lo importante (porque no vale solo con decir: «Que no llegue a la extrema derecha, pero me comporto de una manera que tampoco supone una impugnación a aquello que detesto») es avanzar en una hoja de ruta que nos lleva a un nuevo modelo económico y social que, a su vez, nos lleve a una nueva realidad.
Esa es la lectura que hacemos y la hemos trasladado. De ahí que nuestra posición a alguna gente le sorprenda cuando cuando decimos que no tenemos ninguna pretensión ni intención de hacer caer al Partido Socialista porque sabemos que el enemigo a las puertas, como decían en aquella película que hablaba de Stalingrado —creo que era— es Vox y el Partido Popular. Eso es lo urgente y lo táctico. Ahí no vamos a participar nunca ni por acción ni por omisión, pero tampoco vamos a descuidar nunca lo importante o estratégico, que es avanzar en pasos que nos lleven, en nuestro caso, a construir una realidad nacional propia, Euskal Herria como ente soberano y nacional propio, y con un mayor empoderamiento de las clases populares y con una ampliación de derechos y libertades. En definitiva, avanzar hacia un modelo económico y social diferente al capitalista.
A veces, se habla de la extrema derecha como una ola imparable. ¿Qué tienen que hacer las izquierdas para evitar que, en un futuro próximo, gobierne en España una coalición de PP con Vox?
Yo un poco casi que me vuelvo a lo que he comentado antes desde el respeto y la no injerencia. Yo sí sé lo que hemos hecho nosotros para que la extrema derecha sea casi testimonial Euskal Herria. Lo que hemos hecho ha sido no perder el pulso de la calle, no dejar de impugnar cualquier realidad que nos quieren trasladar como única y verdadera si sabemos que existen otras posibilidades de ver las cosas.
¿Y en España sí ha ocurrido eso? ¿Se ha perdido el pulso de la calle?
Yo creo que sí atendiéndome a los hechos. No es una crítica a nadie. Si uno ve los gobiernos de Pedro Sánchez desde 2018 hasta la actualidad verá que la movilización social, por ejemplo, en clave sindical, de huelgas, de movilizaciones, etcétera… ha descendido. Probablemente porque la izquierda en el Estado español hace una lectura que puede ser algo así: «Como la derecha es muy poderosa (también la mediática y judicial) y va a ir con todo contra mí, por lo menos que la calle no la tenga levantada porque si no me puede superar el acoso desde tantos lugares. Sin embargo, nosotros en Euskal Herria hemos hecho justo lo contrario. Nosotros somos la organización política que más ayuntamientos gobierna en todo Euskal Herria. Y nosotros, a veces, tenemos críticas del movimiento sindical, de movimientos sociales, aunque nuestra gente participe de ellos de manera muy activa.
«Si a la gente no le ofreces más canal de contraste de la supuesta realidad que TikTok, corres el riesgo de perderla»
Pero nosotros sabemos que la calle tiene que seguir siendo el espacio de referencia, de visibilización y de confrontación con la extrema derecha en términos políticos porque si no… Si a la gente no le ofreces más canal de contraste de la supuesta realidad que TikTok o que los impactos de vídeos, corres el riesgo de perderla. Porque no son tontos tampoco en la extrema derecha y porque saben generar contenidos que aparentemente puedan parecer creíbles o la respuesta mágica a todos los grandes problemas que enfrentamos como sociedades. Y nosotros decimos: «No, en la calle». ¿Que los pensionistas creen que su situación se tiene que dignificar más? A la calle y a mantenerlo. Y ahí siguen, con una ILP, peleando y siendo probablemente el único lugar, Euskal Herria, donde el movimiento pensionista sigue llenando las calles de ciudades y pueblos reclamando pensión mínima equivalente al salario mínimo y mejoras continuas en sus pensiones. Y lo mismo hacemos con el movimiento ecologista, el movimiento juvenil o los movimientos sindicales.
El día 15 se convoca una huelga general en Euskal Herria. Fueron los primeros en señalarlo. Sé que se han sumado en otros lugares y lo celebro y me alegra. Y es eso, creemos que las calles son el espacio de impugnación para hacerle ver a la gente que: «Mira, esto que te ha llegado por TikTok no es del todo cierto». Porque ya sabemos que [la extrema derecha] falsea los datos. Y eso pasa con la inmigración y con todo. A nosotros, esa [forma de hacer] nos ha servido. ¿Quiere decir eso que esa es una fórmula extrapolable de forma mimética a cualquier otro lugar? Tal vez no. Alguien me podrá decir que aquí hay unas dificultades que yo no estoy teniendo en cuenta. Tal vez. Pero creo que todo pasa por ahí y por la credibilidad.
«No renunciamos a ni uno solo de nuestros principios, pero no queremos ser sólo un refugio de nuestros principios»
¿Que la izquierda haya perdido el pulso de la calle quiere decir que lo ha ganado la derecha?
No necesariamente. Yo creo que lo ha intentado en muchas ocasiones, como con aquellas manifestaciones en Colón o las performance de Ferraz con la peña esa rezando el rosario. Pero no diría yo que eso es tomar la calle, aunque son intentos. La calle en el sentido del poder de decir «la calle habla cómo habla la izquierda o la izquierda habla como habla la calle»… Yo creo que eso no lo ha conseguido la derecha todavía. Sí es verdad que quienes son abiertamente fascistas han perdido el miedo a mostrarse abiertamente fascistas.
Un retroceso.
Claro, pero es paradójico que la gente hable de la dictadura en la que viven pudiendo decirlo a todas horas y en todo momento y sin ningún tipo de consecuencia penal ni de ningún tipo. Otros no hemos vivido esa laxitud del Estado, en otros momentos, cuando hemos expresado opiniones que el Estado consideraba incorrectas o no acordes a la legalidad del propio Estado, pero bueno.
Hace poco su partido, Alternatiba, cerró su congreso con el compromiso y el objetivo de «construir frentes capaces de disputar hegemonías». Usted definió el momento que vivimos como de «crisis sistémica e incertidumbre». ¿A qué se refieren con «frentes para disputar hegemonías»?
Esa es una idea que está en el ADN de EH Bildu desde que nació. Nosotros dijimos que no nacíamos para ser la reserva espiritual de los independentistas de izquierda en Euskal Herria, sino que queríamos aprovechar la fuerza, el tesón y el hilo histórico de la izquierda independentista de Euskal Herria para construir un movimiento que fuera hegemónico. Y es una idea que desde Alternatiba, que es una de las patas fundadoras de EH Bildu, también llevamos muy a gala. Y no es sino una idea que se ha probado en otros lugares y con éxito. Por ejemplo, en Uruguay, con el Frente Amplio.
Bebe Sendic, que era un dirigente histórico del MLN Tupamaros, decía una frase que a nosotros nos inspira bastante. A Alternatiba y yo diría que también EH Bildu. Es algo así: si en la izquierda nos sentamos en una mesa como esta y empezamos a poner encima nuestras diferencias y nuestros reproches, probablemente nos podamos tirar horas y días, pero que si ponemos encima de la mesa nuestros puntos de acuerdo o nuestras visiones en común y empezamos a ver cómo podemos trabajarlas, nos faltarán vidas para desarrollarlas. Nosotros estamos en esa.

Por eso decía antes lo de ser una herramienta. Sin abandonar nuestros principios, queremos ser una herramienta al servicio de las clases populares de Euskal Herria, que son la mayoría de la población de Euskalal Herria. Eso significa que queremos construir un bloque en la búsqueda de la hegemonía. O un frente amplio en la búsqueda la hegemonía. Y esa es la idea que nosotros queremos reflejar. Por eso estamos permanentemente abiertos a interlocutar con cualquier expresión o lectura de izquierdas que se pueda en nuestro país para intentar buscar los puntos de colaboración que nos permitan ser cada vez más para alcanzar el Gobierno. Y una vez alcancemos el Gobierno, y esto es algo gramsciano, intentar ascender e intentar asaltar el poder. Porque no es lo mismo el Gobierno que el poder.
¿Ese frente amplio es extrapolable a la arena estatal?
Tal vez ahora pueda parecer inviable. Y tal vez ahora sea inviable porque supongo que las relaciones pueden estar deterioradas o los reproches y las heridas pueden estar todavía muy abiertas, pero, sinceramente, sí creo que tarde o temprano cualquier fórmula de éxito pasa por la articulación de frentes amplios. Y no solo para la construcción de un sujeto político, es decir, una fórmula electoral que te vaya más o menos bien, sino para encardinarte con todas las luchas populares de tu pueblo e impulsar un bloque histórico que sea capaz de, en este tiempo de incertidumbres y de crisis sistémicas, ofrecer una hoja de ruta que permita sortear esas crisis sistémicas para avanzar hacia un terreno de certezas y garantías, que resuelva las incertidumbres, dándole a la gente un motivo, una emoción o una aspiración por la que comprometerse.
Y esa es un poco nuestra vía y no creo que sea una vía intrínsecamente asociada a Euskal Herria por su orografía ni por nada en especial. Puede servir para todo el mundo. Como he dicho, el frente amplio de Uruguay nos ha inspirado a nosotros mucho y eso que nos separan miles de kilómetros, aunque el gran Pepe Mujica tuviera ancestros y raíces vascas.
Ahora mismo, en Euskadi gobierna el PNV con el apoyo del PSOE. ¿Cuál es bajo su punto de vista la fotografía fija de la política vasca?
La fotografía de la sociedad vasca es un poco la que has reflejado. Hay un Gobierno del PNV con el Partido Socialista, que gobierna en la comunidad autónoma vasca y que tendría una réplica más o menos equivalente en el Gobierno de Navarra, con el PSN, con Geroa Bai, que es donde está integrado el PNV, y con Contigo Zurekin, que sería, o por lo menos hasta hace bien poco así era, el equivalente de Podemos en Navarra. Allí nosotros apoyamos desde fuera porque sin nuestros votos gobernaría UPN. Y en la comunidad autónoma vasca hay gobiernos de PNV y PSE también en las diputaciones forales; incluso en muchos ayuntamientos como el de Bilbao, como el de Donostia o como el de Gasteiz, es decir, las capitales de provincia de la comunidad autónoma vasca.
En algunos de los municipios, incluso, como los votos de ambos no les daban, recibieron el apoyo prestado del PP para que no gobernara la fuerza más votada que era EH Bildu, como Durango y otros lugares. O las propias Juntas Generales de Guipúzcoa, la Diputación Foral.
Nosotros podríamos haber hecho una política de tierra quemada y haber dicho: «Bueno, se han aliado contra nosotros. Son todos nuestros enemigos. Somos la fuerza más votada…». Pero no somos Feijóo. No nos da por decir aquello de: «Yo no soy presidente porque no quiero». Nosotros creemos que la vía adecuada, y además creemos que el futuro va por ahí, es que sea la sociedad la que provoque los cambios.
Seguramente ahora es muy difícil para EH Bildu sentarse con el PSE. Aunque tenemos los mismos escaños que el PNV, así que EH Bildu-PSE también sumaría mayoría absoluta, ahora es difícil poder articular un gobierno más girado a la izquierda de manera evidente. Sabemos que va a ser difícil para el PSE porque yo creo que tiene una lectura de continuidad con algo que, aunque en términos electorales no le haya ido muy bien, probablemente en otro tipo de influencias o de espacios de poder no le haya ido tan mal.
«Lo que creemos que tiene que ocurrir es que sea la sociedad la que empuje los cambios»
Lo que creemos que tiene que ocurrir es que sea la sociedad la que empuje los cambios. Por eso antes se hablaba de que no nos limitamos al instrumento político y yo creo que Palestina lo ha mostrado con mucha claridad. Por ejemplo, con La Vuelta Ciclista a España, que pasó primero por Cataluña, en Figueres, donde nacieron los primeros actos de protesta que luego cogieron más dimensión en Bilbao y en otros lugares.
Pues en ese contexto, el propio PNV y también algún dirigente del Partido Socialista, hay que decirlo, casi que venían a decir que «eso no eran formas, que así no, que se dañaba la imagen de la ciudad… Que pobre el Israel Premier Tech, que no era culpable de nada…». Fue la propia sociedad la que fue empujando al PNV. Y, entonces, el PNV tuvo que acabar diciendo lo que terminó diciendo y el PSOE repitiendo genocidio 30 veces al día y al que no lo repitiera, castigo.
Nosotros queremos que sea la sociedad vasca la que diga: «Es que nos merecemos un gobierno que se parezca más a nosotros que el que tenemos y ese gobierno que se puede parecer más a nosotros igual tiene que tener una dimensión más potente de izquierdas y más potente en su compromiso con el desarrollo nacional de nuestro país y del respeto a nuestra lengua, a nuestra identidad, a nuestros cultura y símbolos que lo que hay y, por lo tanto, EH Bildu tiene que estar en esa ecuación».
Es ahí donde nosotros trabajamos. Como decía un pensador francés: «Nos devora una lenta impaciencia». Nosotros vamos tranquilos, pero estamos convencidos de que si seguimos trabajando así lo lograremos más pronto que tarde.
Le pregunto, ya por terminar, por algo de nuevo en el marco estatal. ¿Le ve más posibilidades a que se derogue la ley mordaza o a que salgan unos Presupuestos Generales del Estado?
¡O conseguir la independencia! [Risas] Bien, cualquiera de las dos cuestiones se antojan complicadas, pero por nosotros no va a quedar. Al final, la gente tendrá que valorar en qué ha empleado su tiempo cada fuerza política, aparte de decir lo buena que es y lo bien que quiere hacer las cosas. La gente valorará cuál ha sido la disposición y la determinación de cada uno y nosotros en estos dos temas, como en todos, vamos a tener plena disposición.
En un caso, para que unos haya Presupuestos Generales que contemplen una mejora de las condiciones de vida de las clases populares y de la clase trabajadora y que ensanchen derechos y libertades. Y, por supuesto, también nos vamos a dejar la piel en que por fin la ley mordaza acabe derogada. No va a ser por nosotros que no salga. Lo que yo no puedo es poner la mano en el fuego por otras formaciones políticas que pueden encontrar líneas rojas u obstáculos insalvables.
Nuestro mensaje de cara a la ciudadanía de Euskal Herria y también de cara a la ciudadanía de Estado español será claro: si no ha salido no será por nosotros y nadie podrá decir de nosotras y de nosotros que no lo hemos intentado.
¿Si el Gobierno no logra sacar adelante unos Presupuestos en 2026, debe convocar elecciones?
Antes de la llegada de Pedro Sánchez uno diría que sí, pero Sánchez ha demostrado que la política puede ir por otros derroteros a los que acostumbraba a ir con anterioridad. No lo sé. Yo creo que la situación será todavía más complicada, pero es que esta legislatura si algo ha tenido ha sido complicación. No me atrevería ahora a hacer de pitoniso y equivocarme diciéndote que si no hay Presupuestos, tiene que haber nuevas elecciones. Podría no haberlas.
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