Hablamos con la ministra española de Juventud, Sira Rigo: “La intención política del Gobierno español es clara: debemos garantizar que ni un solo metro cuadrado de nuestro territorio esté involucrado en colaborar con este genocidio”.
Valerio Renzi (IL MANIFESTO -ITALIA-), 17 de septiembre de 2025
Por primera vez, Israel ha sancionado a miembros de un gobierno de la UE. Las ministras españolas Yolanda Díaz y Sira Rego, ambas miembros de la coalición de izquierdas Sumar, han sido sancionadas personalmente y declaradas personas non gratas en el país. Hablamos con la ministra de Juventud, Sira Rego, mientras respondía a miles de mensajes de solidaridad.
Las sanciones contra usted y Yolanda Díaz claramente no son solo un asunto entre España e Israel; también conciernen a Bruselas. ¿Qué espera de la Comisión Europea?
La decisión de Israel es la reacción típica de un gobierno genocida que ha ignorado el derecho internacional durante muchos años. Su único objetivo es intimidar a cualquiera que denuncie las atrocidades que comete en la Franja de Gaza. Llevamos casi dos años exigiendo a la Unión Europea que rompa definitivamente con la inacción que caracteriza su actitud. Es insostenible. Ante un genocidio, no es posible permanecer en silencio.
El gobierno de Pedro Sánchez ha optado por imponer sanciones contra Israel. Bajo la presión de la sociedad civil, ¿podrían las acciones de España marcar el camino para otros?
La intención política del gobierno español es clara: debemos asegurarnos de que ni un solo metro cuadrado de nuestro territorio se vea involucrado en la colaboración con este genocidio, ni por acción ni por omisión. Somos conscientes de las limitaciones de un solo país en el escenario internacional, pero creo que este podría ser un punto de inflexión. España ya mantenía una postura diferente a la de muchos otros países, pero debemos este salto cualitativo, decidido [el lunes] por el Consejo de Ministros, a la ciudadanía que se está organizando y movilizando. Espero que otros gobiernos sigan el ejemplo de España y respondan finalmente a las demandas de sus sociedades. Es necesario responder a estas demandas sociales dando un paso más: rompiendo todas las relaciones diplomáticas, económicas y comerciales con Israel.
El gobierno de Meloni en Italia, en particular, se ha distinguido como un fiel aliado de Netanyahu.
En Italia, como en el resto del mundo, la sociedad civil organizada está dando una lección de dignidad. Cada persona que sale a la calle contra esta barbarie representa un impulso indispensable para poner fin al genocidio. Los gobiernos se enfrentan a una disyuntiva: seguir apoyando las acciones de Netanyahu o escuchar la voz de su propia sociedad civil que exige justicia. Hacer la vista gorda es ser cómplice de quienes exterminan a un pueblo y socavan el derecho internacional y la dignidad humana.
El conflicto en Gaza parece haber causado el colapso de los últimos vestigios del derecho internacional. ¿Acaso la solicitud a la Asamblea General de la ONU de reconocer el Estado de Palestina, sin acciones concretas contra Israel, no corre el riesgo de ser simplemente una tapadera para que Occidente no pueda hacer nada?
El reconocimiento del Estado palestino es un paso importante. Pero si se queda en un acto aislado, sin medidas concretas para detener el genocidio y poner fin a la ocupación y al régimen del apartheid, no es suficiente. Quienes hoy se limitan a proclamaciones sin acciones concretas solo refuerzan la impunidad. El derecho internacional solo es creíble si se aplica sin dobles raseros.
El lunes presenciamos el ataque a la Flotilla Sumud. ¿Qué deben hacer los gobiernos europeos para garantizar la seguridad de las tripulaciones?
La Flotilla lleva alimentos, medicinas, dignidad y esperanza. Debemos agradecer a todas las personas que están dedicando su cuerpo y energía al servicio de la solidaridad con el pueblo palestino. El gobierno español garantiza y seguirá garantizando la protección consular y diplomática a los activistas españoles a bordo de la Flotilla. Pero esta extraordinaria acción civil no debe hacernos olvidar nuestras responsabilidades institucionales: es urgente poner fin al bloqueo impuesto por Israel y permitir la entrada de toda la ayuda necesaria.
Por un lado, existe un supremacismo occidental que defiende a Israel a toda costa; por otro, crece un nuevo internacionalismo, construido por redes horizontales de activistas, ONG y fuerzas sociales y políticas. ¿Podemos esperar una nueva Internacional?
Esta nueva Internacional ya existe. La vemos crecer en las calles, en las universidades, en los puertos, entre todos los colectivos que se niegan a ser cómplices. Es esta fuerza colectiva la que debe inspirarnos y la que debemos nutrir para romper el monopolio narrativo de la derecha global y abrir espacio para una agenda de justicia, paz y derechos.
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