Gaceta Crítica

Chris Hedges (Blog del Autor), 22 de Junio de 2025

Estamos abriendo la caja de Pandora.

La guerra abre una caja de Pandora de males que, una vez desatados, escapan al control de cualquiera. Los belicistas que ordenaron los ataques de bombarderos estadounidenses contra instalaciones nucleares iraníes no tienen un plan para el futuro en Irán, como tampoco lo tenían en Afganistán, Irak, Libia o Siria. Los aliados europeos, a quienes Israel y Trump han distanciado con estos ataques aéreos, no están dispuestos a cooperar con Washington. El Pentágono, aunque quisiera, no cuenta con los cientos de miles de soldados que necesitaría para atacar y ocupar Irán, la única forma de someterlo. Y la idea de que el marginal y desacreditado grupo de resistencia iraní Muyahidín-e-Khalq (MEK), que luchó junto a Saddam Hussein en la guerra contra Irán y es visto por la mayoría de los iraníes como un grupo de traidores, sea una contrafuerza viable contra el gobierno iraní es absurda. En todas estas ecuaciones, se ignora a los 90 millones de habitantes de Irán, al igual que se ignoró a los pueblos de Afganistán, Irak, Libia y Siria. No recibirán a Estados Unidos, ni mucho menos a Israel, como liberadores. Puede que odien al régimen, pero resistirán. No quieren ser dominados por potencias extranjeras. Una guerra con Irán se interpretará en toda la región como una guerra contra el chiismo. Pronto habrá represalias. Muchas. Al principio, se tratará de ataques con misiles esporádicos y, posteriormente, de ataques llevados a cabo por enemigos escurridizos contra buques, bases militares e instalaciones. Su volumen y letalidad aumentarán gradualmente. El número de muertos, incluyendo a los aproximadamente 40.000 soldados e infantes de marina estacionados en Oriente Medio, aumentará. Los buques, incluidos los portaaviones, serán el objetivo. Como hicimos en Irak y Afganistán, comenzaremos a arremeter con una furia ciega, alimentando la conflagración que iniciamos. Quienes nos indujeron a esta guerra saben poco sobre el instrumento de la guerra y aún menos sobre las culturas o los pueblos que pretenden dominar. Cegados por la arrogancia, creyendo en sus propias alucinaciones, no han aprendido ninguna de las lecciones de las últimas dos décadas de guerra en Oriente Medio. Una guerra con Irán sería un atolladero contraproducente y costoso, un clavo más en el edificio podrido del imperio.