Gaceta Crítica

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Ataque en Kursk: un suicidio militar que gana puntos políticosKursk Attack: Scoring Political Points with Military Suicide

14 DE AGOSTO DE 2024 (Publicado hoy en China Academy)

Nota del editor: El 6 de agosto, las fuerzas ucranianas lanzaron un ataque sorpresa sobre Kursk. En medio de un aplauso ensordecedor de los medios occidentales, el estratega chino, profesor Wang Xiangsui, sostiene que el ataque transfronterizo es más una campaña de propaganda exitosa que una táctica militar madura.


Los medios de comunicación occidentales, como The Telegraph, describen la incursión de Ucrania en Kursk como un «punto de inflexión» en la guerra de Ucrania. Sin embargo, considero que esta caracterización es bastante imprecisa. Una descripción más precisa sería decir que se trata de una apuesta táctica destinada a la propaganda, destinada principalmente a demostrar que Ucrania todavía tiene la capacidad de desafiar a Rusia en nombre de Occidente. Sin embargo, esta maniobra podría socavar gravemente la fuerza militar real de Ucrania, mientras que las dos desventajas fundamentales que enfrenta Ucrania aún no se han revertido.

En primer lugar, la mayor diferencia entre Ucrania y Rusia radica en la cuestión de la mano de obra, que limita fundamentalmente el potencial bélico de Ucrania en comparación con Rusia. Esta acción no puede revertir esta desventaja; por el contrario, es probable que aumente significativamente el número de víctimas.

Según las declaraciones oficiales de Ucrania, en esta operación se desplegaron varios miles de tropas, lo que contradice la descripción que Rusia hace de ella como una incursión a pequeña escala. Si la declaración oficial de Ucrania es cierta, esto podría llevar a la destrucción total de sus fuerzas. El elemento sorpresa en esta operación dependía de que una pequeña unidad ejecutara con éxito un ataque sorpresa después de que las tropas, fingiendo un asalto a Bielorrusia, se retiraran. Las operaciones ofensivas consumen enormes cantidades de munición y combustible, y sin superioridad aérea, los convoyes logísticos a gran escala son muy vulnerables a los ataques aéreos. Por lo tanto, si Ucrania efectivamente comprometió miles de tropas en este asalto a territorio ruso, la ausencia de superioridad aérea significaría que, una vez que se agotaran sus suministros iniciales, las consecuencias podrían ser desastrosas.

El 25 de febrero de este año, el presidente ucraniano Zelenski afirmó que el número total de bajas militares ucranianas en los últimos dos años fue de 31.000. Si los datos proporcionados por el gobierno ucraniano son ciertos, esta operación militar, exitosa en su valor propagandístico pero un fracaso logístico, podría causar que las fuerzas ucranianas sufrieran pérdidas en apenas unos días que igualarían las sufridas en los últimos meses.

En segundo lugar, el sistema de guerra de Ucrania depende en gran medida de Estados Unidos y la OTAN. Sin ayuda externa en términos de armas e inteligencia, Ucrania no podría mantener un sistema de combate capaz de contrarrestar a Rusia. Ahora que el resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses aún es incierto, esa podría ser la fuerza impulsora directa de la urgente necesidad de Ucrania de emprender una aventura táctica que sirva a su propaganda.

Trump ha declarado en repetidas ocasiones que, si gana las elecciones, pondrá fin de inmediato a la guerra entre Rusia y Ucrania, posiblemente a expensas del territorio ucraniano, una situación que Kiev, naturalmente, considera inaceptable. Mientras tanto, el gobierno de Biden, que ha apoyado a Ucrania durante todo el conflicto, ha anunciado que no buscará la reelección. Es muy dudoso que un nuevo gobierno demócrata siga brindando un fuerte apoyo a Ucrania.

La prisa de Ucrania por atacar territorio ruso parece más bien una forma de demostrar su valor como receptor de ayuda. Sin embargo, en realidad, incluso si Estados Unidos y la OTAN están dispuestos a seguir apoyando a Ucrania, es posible que carezcan de la capacidad para hacerlo de manera efectiva.

En agosto de 2023, Biden prometió suministrar a Ucrania aviones de combate F-16, pero no fue hasta el 4 de agosto de este año cuando Ucrania finalmente recibió su primer avión. El F-16 fue entregado originalmente a la Fuerza Aérea de Estados Unidos en 1979, lo que lo hace 12 años más antiguo que la propia Ucrania.

Además, en julio, cuando un misil ruso impactó en un puerto fronterizo entre Rumania y Ucrania y se encontraron los restos de un avión no tripulado militar ruso en Rumania, miembro de la OTAN, la OTAN se apresuró a declarar que no había «ninguna señal de ataque intencional», optando por no invocar la defensa colectiva. Esto sugiere que, si bien el conflicto entre Rusia y Ucrania sigue siendo intenso, la OTAN, que ha estado apoyando a Ucrania, está dando señales de querer retirarse.

En conclusión, la última incursión de Ucrania en territorio ruso difícilmente puede calificarse de «punto de inflexión». Las desventajas fundamentales que enfrenta Ucrania (su falta de personal y autonomía estratégica) siguen siendo las mismas. Sacrificar fuerzas de combate de primera línea por una victoria propagandística temporal puede no estar en línea con los intereses nacionales de Ucrania, sino que más bien sirve a los intereses políticos de la administración de Zelensky.

GACETA CRÍTICA, 14 DE AGOSTO DE 2024

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