Atilio Boron.
08 de octubre 2023.
Esta violencia, que ahora registra un nuevo estallido, ha caracterizado toda la historia de Palestina desde el momento que a su pueblo le fuera privado el sagrado derecho a la autodeterminación nacional. En este mundo, inmerso en el vértigo del irreversible ocaso del exhausto orden mundial de posguerra, se impone resolver la cuestión de la formación del estado palestino, saldando una deuda que ya tiene 75 años. Sin ello, la violencia no hará sino crecer y tornarse cada vez más brutal.
Los acontecimientos que conmueven hoy a Israel y Palestina, con un saldo trágico de víctimas civiles, producen dolor y compasión y, desgraciadamente, no resultan sorprendentes. Los ataques lanzados por Hamas desde Gaza son la respuesta a la política terrorista de conquista y desposesión territorial que el régimen israelí, con la complicidad de Estados Unidos y sus indignos vasallos europeos, ha perpetrado en contra del pueblo palestino por décadas, en abierta violación a innumerables acuerdos bilaterales y resoluciones de las Naciones Unidas.

Destrucción de la Torre Watan en Ciudad de Gaza por las fuerzas israelies
Mal podría interpretarse o evaluarse la crisis actual haciendo caso omiso de la brutal y sistemática violación de los derechos humanos que ha venido padeciendo la nación palestina a manos de sus opresores israelíes desde hace décadas; del atropello, encarcelamiento o asesinatos de sus hombres y mujeres, inclusive niños.
La crisis actual, la enésima, tiene como todas las que las precedieron una larga gestación. Los alcances de la agresión israelí sobre los territorios ocupados y especialmente Gaza son de una crueldad e inhumanidad exorbitantes, y suficientemente conocidos como para eximirnos de exponerlos en este escrito.
Territorios ocupados
Se puede calibrar la magnitud de estos crímenes con los siguientes datos ofrecidos por la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHOA, por sus siglas en inglés). En los territorios ocupados -invadidos en realidad- por Israel las fuerzas armadas de ese país ocasionaron entre el 1º de enero del 2008 y el 19 de septiembre de 2023 la muerte de 6.407 palestinos al paso que 152.560 sufrieron heridas y lesiones de diversa gravedad. Por contraposición, las víctimas israelíes en ese mismo lapso fueron 308 y 6.307 respectivamente. La gigantesca asimetría entre los muertos y heridos de ambos lados hablan con elocuencia de los alcances de este genocidio practicado por Tel Aviv.
La crisis actual, la enésima, tiene como todas las que las precedieron una larga gestación. Los alcances de la agresión israelí sobre los territorios ocupados y especialmente Gaza son de una crueldad e inhumanidad exorbitantes, y suficientemente conocidos como para eximirnos de exponerlos en este escrito.
Gaza ha sido definida como la mayor cárcel a cielo abierto del mundo. En la Ribera Occidental la ya citada organización de la ONU reporta en otro informe que el año 2023 fue el más sanguinario en la larga historia de la ocupación israelí: 36 niños fueron ultimados en el período que termina el 31 de agosto.
Colonos
Las provocaciones de las mal llamadas Fuerzas de Defensa Israelí van de la mano de muchas otras realizadas por los colonos devenidos , con la complicidad del gobierno israelí, en torvos escuadrones de la muerte que asumen por mano propia la tarea de someter por medio del terror a los pobladores originarios de las tierras que están robando.
Pintura: “Palestina, el éxodo y la odisea” Shammut y Tammam al-Ajal
Esta violencia, que ahora registra un nuevo estallido, ha caracterizado toda la historia de Palestina desde el momento que a su pueblo le fuera privado el sagrado derecho a la autodeterminación nacional. En este mundo, inmerso en el vértigo del irreversible ocaso del exhausto orden mundial de posguerra, se impone resolver la cuestión de la formación del estado palestino, saldando una deuda que ya tiene 75 años. Sin ello, la violencia no hará sino crecer y tornarse cada vez más brutal.
*Atilio Alberto Borón es un sociólogo, politólogo, catedrático y escritor argentino. Doctorado en Ciencia Política por la Universidad de Harvard (Cambridge, Massachusetts). Es profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires e investigador adscripto al IEALC (Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe) de dicha facultad. Es también Director del Ciclo de Complementación Curricular en Historia de América Latina de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Avellaneda, y dirige el PLED (Programa de Educación a Distancia en Ciencias Sociales del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini). De extensa carrera en el campo de las ciencias sociales, hace unos años se retiró como Investigador Superior del CONICET, categoría máxima de esa institución para la Carrera de Investigador Científico.
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